65 años después de su primera edición, el Festival de San Sebastián ya está aquí: el encuentro cinematográfico más importante del país acaba de comenzar y en CinemaNet hemos venido hasta Donosti para contároslo en vivo. Durante una semana, os ofreceremos crónicas diarias sobre lo bueno, lo malo y lo feo -o lo bello, esperemos-. Esto es lo que nos hemos encontrado durante el domingo, nuestro tercer día:
Nos ha gustado…
La actuación de Bárbara Lennie en Una especie de familia, el último drama del argentino Diego Lerman. La película, que sigue a Malena durante su lucha por adoptar un bebé recién nacido, combina corazón y cabeza: en cuanto se encienden las luces revolotean por la cabeza más preguntas que respuestas, más dudas sobre los límites de la maternidad y sobre los problemas que plantean las mafias que venden recién nacidos como si fueran lechugas. Todo ello de la mano firme y conmovedora de su protagonista.
No nos ha gustado…
La ópera prima de Cecilia Atán y Valeria Pivato, La novia del desierto. O tal vez sí que nos ha gustado. Es un sentimiento complejo, porque por un lado la película es tan mínima y árida que no hay muchos lugares por dónde cogerla, pero por otro lado esa sencillez guarda cierta poesía del desarraigo. La película sigue a una mujer de 54 años en su travesía por el desierto, su viaje iniciático particular, y a nuestra mente aún le cuesta saber si le ha gustado o le ha aburrido soberanamente.
Casi nos vamos de la sala en…
Las últimas escenas de Custodia compartida, pero no porque la película sea mala sino por lo contrario: el film de Xavier Legrand nos mete hasta lo más íntimo de una relación insana entre abusador y abusada. Un relato de violencia doméstica contado con el pulso de una película de terror que nos ha dejado el pecho acelerado y la mente despierta. A veces no hacen falta sangre ni vísceras para revolver el estómago.
La frase del día
Más que una frase, un concepto: un compañero periodista, durante la cena, comentó -en referencia a C’est la vie!, proyectada por la mañana- que no disfruta con las «películas-pez»: esas que se ven con los ojos vidriosos y la mente en blanco, que no requieren pensar en ellas porque son puro entretenimiento vacío. Como una golosina: todo azúcar y cero nutrientes. O tal vez sean «películas-pez» porque en ellas se mueven mucho los labios pero no se dice nada. En cualquier caso, un concepto que se explica a sí mismo.
Si te perdiste las crónicas de los días previos, puedes rescatarlas en los siguientes enlaces: