Este análisis sobre Searching es el último de una serie de tres artículos para reflexionar sobre la toma de decisiones. En este tercer texto, Coín Tomas reflexiona sobre el impacto de las TIC y la responsabilidad personal para utilizarlas de forma adecuada. Nuestra libertad se pone en juego en la interacción con estas tecnologías, capaces -a la vez- de lo mejor y lo peor.
Las nuevas tecnologías han llegado para quedarse y, en las últimas décadas, forman una parte importante de nuestras vidas. Internet, lo más parecido a un supra-cerebro-humano, tiene muchas interesantes y atractivas luces, pero hay que conocer también sus sombras. Es una herramienta que da y quita, que hace y deshace; con capacidad de convertirse en nuestro mejor aliado o en el peor de nuestros enemigos.
El desafío actual -ante la radicalidad de su impacto- es aprender a utilizar las TIC con responsabilidad, buen juicio y sabiduría, de modo que seamos capaces de tomar las decisiones acertadas cada vez que nos asomamos a la pantalla. En cada una de esas decisiones nuestra libertad, algo indefensa, tiene ante sí toda la riqueza y también los grandes riesgos de la tecnología que pueden amenazar la integridad física y moral de cualquier persona, tanto por los puntos ciegos de la misma tecnología o, con frecuencia, por la propia irresponsabilidad del usuario.
La responsabilidad radica en lo que queramos potenciar y usar. Quizás una de las cosas que más aterran -y es quizá la mejor defensa- es la ruin posibilidad de suplantaciones de identidad y también las olas de rumores y bulos que se expanden vertiginosamente en la red.
Searching puede considerarse parte de lo mejor que le ha pasado al cine americano en los últimos años. Narrada en su integridad con imágenes emitidas a través de la pantalla de un ordenador desde el punto de vista único de la pantalla de un portátil y con distintas herramientas de comunicación -muy bien pensadas-, utiliza de forma extraordinaria los recursos informáticos para meterlos en la trama, una forma más que original de crear una película, muestra de talento y de creatividad.
Es imprescindible añadir a estos logros el magnífico trabajo realizado en las versiones dirigidas al público de los distintos países, al traducir los textos de interfaces, incluidas todas las búsquedas, para que en las pantallas Google puedan leerse en cada uno de los idiomas oficiales, así como los giros del guion -siempre brillantes y magníficos- y estupendos actores que resultan más que creíbles. Con todos estos elementos, la película pone ante nuestros ojos lo fácilmente que estamos expuestos y somos vulnerables ante el poder de las nuevas tecnologías. Se siente cierto vértigo comprobar como una vida puede quedar reflejada en ese ojo ciego que es el ordenador.
Desde el inicio, el espectador se encuentra ante una historia entretenida, emocionante e inquietante, con un ritmo salvaje y llena de intriga hasta el punto de no dejar un minuto de respiro hasta su desenlace. Mantiene en todo momento la estructura de un magnifico thriller tecnológico, con personajes bien perfilados y rebosantes de humanidad. Reproduce la historia de algo no tan infrecuente: la desaparición de una adolescente.
Los primeros 10 minutos muestran cómo se pueden representar los elementos esenciales de la vida de una familia. A través de fragmentos de videos caseros, nos adentramos en la vida entrañable de una pareja coreana-estadounidense -David, Pamela, y su hija, la pequeña Margot- en su felicidad y en su drama final. La memoria de las imágenes de videos, que comienzan con juegos, bromas, primer día de colegio, vacaciones, fiestas y detalles de cariño centrados en Margot, nos adentramos en su entrañable vida familiar hasta que, en una inesperada inflexión, el enfoque recae cada vez más en Pamela y en su batalla contra el linfoma, con esperanzas y con miedos y, finalmente, recaída y muerte, todo ello acumulado en escenas de gran carga emocional. A partir de la muerte de Pamela, David, que pasa gran parte de su tiempo en línea, y su hija – que se hallan desolados- siguen aparentemente con sus vidas.
La súbita desaparición de Margot, que no responde a los mensajes repetidos de su padre y -lo que no es habitual en ella-, dejó su ordenador portátil en casa, dispara las alarmas del progenitor que, con el pánico metido en el cuerpo, informa de la desaparición ante la policía local. Se abre una investigación y se asigna el caso a la sargento detective Vick. Después de 37 horas de investigación policial sin una sola pista, harto de los pocos avances de la policía, David decide utilizar los recursos informáticos que domina y realizar sus propias investigaciones en la laptop de la adolescente rastreando las huellas digitales de Margot antes de que desaparezca para siempre.
A través de correos electrónicos, publicaciones en redes sociales, mails, conversaciones por Skype, páginas web, registros de cámaras de seguridad, cuentas de banco, adivinando contraseñas y volviendo a recorrer las trayectorias familiares en videos y post, irá descubriendo las pistas y enlazando cada una de ellas en un camino lleno de giros inesperados que se irán acercando a un posible encuentro con Margot navegando en redes sociales y reproduciendo su viaje por la web -“la telaraña mundial- con el fin de conseguir una información relevante, que le conducirá a perturbadores descubrimientos. Se plasman ante sus ojos todo tipo de aspectos fascinantes, aterradores, desconcertantes. Su investigación sacará a la luz a una joven a la que no conocía del todo: observa desconcertado la vida de su hija, la relación que parecía unirles y, finalmente, como era en realidad la confianza entre ellos.
Estamos ante un drama social –fascinante el análisis de lo sociedad que hace- en el que van apareciendo temas tan trascendentales como el peligro las relaciones cibernéticas o de la excesiva exposición pública; las consecuencias negativas que derivan de la superprotección de los padres y de la soledad adolescente, así como el, cada vez más frecuente, matonismo colegial.
El lado bueno de la tecnología se plasma en el dominio en la red, que permite David rastrear la pista de la hija desaparecida. Él es el verdadero protagonista de la película. El actor John Cho realiza un fascinante y creíble papel, encarnando a un padre aterrorizado que, a lo largo de su personal investigación, es capaz de reflejar su deterioro tanto moral como físico durante los días de búsqueda desesperada del paradero de Margot.
Estas búsquedas en red nos hablan también de las búsquedas existenciales que nos planteamos en la vida real tan necesarias como la propia introspección personal y la importancia de conocernos mejor a nosotros mismos, sin caer en el autoengaño, y tomar así las mejores decisiones que contribuyan a hacernos mejores personas y nos acerquen más a los demás.
La tecnología da y la tecnología quita. Quizás la mejor manera de expresar esto sería responder a la pregunta ¿Qué va a hacer o deshacer esta decisión? ¿Qué me da o qué me quita? Tú decides.