Spider-Man: cruzando el multiverso | Locura animada

Jaume Figa i Vaello

Doctor en Comunicación y Ciencias Sociales, con la tesis "La amistad en el cine de Pixar. La noción aristotélica de amistad como clave de análisis cinematográfico". Comunicación Audiovisual en la Universidad de Navarra. Trabajo en DirCom de UIC Barcelona. Autor de varios libros (y algunos, en proyecto). Me encanta el arte de la entrevista. Mi otro gran amor es el cine, sobre todo el de animación. Cuando en mis blogs hablo de lo que veo, busco añadir un apunte humanista. Porque existe.

En 2018 el personaje del hombre araña en la gran pantalla se reinventaba en Spider-Man: un nuevo universo. Esa película animada dejó atónito a más de uno, como al que suscribe. De hecho, en 2019 se llevó el merecido Oscar a la mejor película de animación, pasando por delante de otras grandes —ese año realmente había muy buena competencia—, como Los Increíbles 2; Ralph rompe Internet; Mirai: mi hermana pequeña —fantástica metáfora sobre la familia—; o Isla de perros.

Llega, ahora, la secuela Spider-Man: cruzando el multiverso. En ella, Miles Morales —el Spider-Man del planeta Tierra 1610— tiene que enfrentarse a un misterioso personaje, Mancha, capaz de crear una especie de agujeros negros que transportan en el espacio objetos y personas. Por otro lado, el reencuentro con Gwen Stacy, la Spider-Woman que conoció en el pasado, le lleva a cruzar una puerta multiversal y, sin quererlo, a tener que enfrentarse con Miguel O’Hara, el Spider-Man del Universo 2099, líder de la Sociedad Arácnida, responsables del orden multiversal (al estilo de lo que hacía la Agencia de Variación Temporal, VAT, en la serie Loki).  

Spider-Man: cruzando el Multiverso es el “no se vayan, todavía: aún hay más” que gritaba Súper-Ratón, allá, por los años 80. Los mismos productores y guionistas de la primera, Phil Lord, Chris Miller —responsables, a su vez, de la también sorprendente Lego película— se superan, dándonos un filme más original, más profundo, más acelerado, más épico… ¡Una auténtica locura! 

De los directores, el nombre más conocido es Kemp Powers que trabajó, mano a mano con Pete Docter, en Soul.

Como en la anterior,  la película mezcla muy bien estilos de todo tipo: cómic, animación tridimensional y bimensional, grunge, acuarela, noir, heavy-metal… Pero aquí, como digo, sube varios escalones en el nivel de perfección, asociando cada estilo a cada nuevo Spider-Man que va apareciendo, a un ritmo trepidante (no apto para todos los públicos, obvio) que deja boquiabierto. Técnicamente, hay mucha en lo que vemos, también con algún guiño a las películas en personaje real del trepamuros.

En cuanto al guion, está pensada como la primera de dos partes. Y, sin hacer spoiler, que los creadores detrás de este “spider-verse” lo llevan diciendo desde hace tiempo, Spider-Man: cruzando el Multiverso se cierra con un cliffhanger en toda regla. 

Con las ventajas e inconvenientes que tiene la narrativa serial, cada vez más en boga en la gran pantalla (piénsese, por ejemplo, en Dune, la última Fast & Furious o, ya veremos cómo será, la próxima Misión Imposible). Ventajas, porque te deja con las ganas de ver el siguiente capítulo; inconvenientes…, porque habrá que esperar hasta marzo del año que viene. 

Otro inconveniente —no menor— es que el punto central del conflicto de la película está muy pensado para el conjunto de las dos en completo, con lo que te da la sensación de que empieza muy tarde. Con los problemas de guion que ello conlleva. Aunque, si en mis manos estuviera la hipotética decisión de tener que acortar por algún lugar las casi dos horas y media, no sabría por dónde empezar. 

En este sentido pienso que nada o poco de lo que hay en la historia sobra. La presentación de los personajes que ya conocemos es rápida; los conflictos personales de, principalmente, Miles y Gwen están muy bien trabajados… Quizás los villanos —sobre todo el villano— estén demasiado estereotipados, aunque no exageradamente.

En definitiva, Spider-Man: cruzando el Multiverso, en gran parte es lo nunca antes visto en cine. Hasta podríamos hablar de la mejor película de súper héroes. Sabe jugar con el multiverso —sin tener la sensación de que han tomado el pelo, como Todo a la vez y en todas partes—, sabe reírse de sí misma —con momentos realmente divertidos—, y no se olvida de lo habitual en el cine de superhéroes: el trabajo en equipo, la amistad, la valentía… Virtudes sin las cuales, concretamente, Spider-Man, no sería Spider-Man.

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