«Bella» aterrizó en España para un pase privado en los cines Palafox de Madrid el pasado 26 de mayo. Al pase acudió el productor y actor principal, Eduardo Verástegui. Desde CinemaNet queremos apoyar la difusión de esta película en España y por ello reproducimos aquí una crónica del acto escrita por María Martínez, periodista y participante en nuestros foros, y las impresiones de Álvaro Abellán, colaborador de CinemaNet, publicadas en lasemana.es
[María Martínez]
El lunes 26 de Mayo hubo en Madrid un pase privado de Bella al que asistió el productor y actor principal Eduardo Verástegui junto con representantes de la productora Metanoia (Conversión en griego) Films. A pesar de que se había anunciado que iría el cantante Alejandro Sanz, que ha compuesto una canción para la banda sonora de la película, al final no puedo asistir. El pase privado lo abrió, antes de la proyección de la película, la escritora María Vallejo-Nágera, que ha «amadrinado» la película en España. Eduardo Verástegui habló al final, y explicó que uno de los fines de su productora y de la película es derribar todos los tópicos que en cine «made in Hollywood» hay sobre los latinos (gangsters, traficantes, latin lovers…) y presentar al verdadero latino en Estados Unidos: «el hombre honrado y trabajador y la mujer íntegra e inteligente».
Aunque la voz se había corrido y la sala estaba a rebosar de personas no vinculadas al mundo del cine, el verdadero motivo del pase privado era ayudar a encontrar una distribuidora dispuesta a distribuir Bella en España. En Estados Unidos se estrenó el 26 de octubre en muy pocas salas (unos cientos, cuando las películas más comerciales se estrenan hasta en 3.500 salas a la vez). En contra de todos los pronósticos, aguantó hasta el fin de semana más importante del año, el de Acción de Gracias (aproximadamente un mes después), recaudando más de un millón de dólares brutos a la semana (una de las películas del momento con una mejor relación ganancias/número de cines).
Esto se debe sobre todo a la gran campaña de movilización de base que ha llevado a cabo la productora Metanoia. Han contactado y han animado a la gente a contactar con las distintas iglesias, grupos pro-vida y pro-familia, etc. y hasta han organizado pases para ellos, para que hicieran correr la voz. También han animado a la gente a comprar entradas y regalárselas a familiares y amigos, a alquilar salas de cine para grupos, y cosas por el estilo. Y la gente se movilizó. Sin embargo, también ha gustado fuera de estos círculos. Prueba de ello es que ganó el Premio del Público del Festival de Cine de Toronto en 2006, y que ha recibido muy buenas críticas por la calidad de la producción y de la historia.
El argumento es bastante sencillo. José, una antigua estrella del fútbol que perdió todo por un accidente y trabaja en el restaurante de la familia decide pasar un día con Nina, una camarera que acaba de descubrir que está embarazada y que ha sido despedida por llegar tarde. Bella no es una soflama contra el aborto, sino un canto a la vida y a la familia. Como ya insinuaba la película Juno, marca la relación entre la decisión de abortar o no con la biografía de la mujer: la familia, la experiencia del amor que se tenga… Al fin y al cabo, el aborto no es más que la punta del iceberg de muchos otros problemas.
Todos los personajes son redondos, tienen mucho cuerpo, incluso el «malo» (el que ha despedido a Nina), y resultan entrañables. La realización y el montaje, con saltos al pasado y al futuro, muy mezclados en algunos momentos con el presente, puede resultar un poco confuso y agobiante al principio pero contribuyen a que el espectador se implique en la confusión y todo lo que experimentan los personajes durante ese largo día. Hay momentos, como los flashbacks, de experimentación con la luz, los planos y los colores. Otros parecen sacados de Cuéntame, pues casi parecen rodados con tomavistas y contribuyen a crear ambiente familiar. Y también están las secuencias rodadas en la ciudad, que nos transmiten un Nueva York diferente al que estamos acostumbrados. El novato director Alejandro Monteverde hace un trabajo extraordinario.
[Álvaro Abellán. La Semana]
Una camarera llega, por segundo día consecutivo, el tercero en una semana, tarde al trabajo. Esa mañana ha descubierto que está embarazada de un padre al que no quiere y que jamás entrará en esta historia. El dueño del restaurante la expulsa por sus retrasos continuados, sin escucharla. Ella salé corriendo y el chef decide seguirla e interesarse por ella. Así empieza la historia de una amistad que durará un par de días, que comprenderemos mejor por varios fash-backs y que requerirá un salto de unos pocos años al futuro para que comprendamos la resolución.
Sin efectismos, sin largos discursos, sin moralinas, sin más respuestas de las que tendríamos en la vida real, esta película nos muestra el valor de la vida, de la familia y de la amistad. Valores que, impregnados de humanismo cristiano, nos regalan en el drama de la vida cotidiana el milagro de adelantar pedacitos de cielo. Lo hace, además, sentándonos a la mesa familiar. En las cocinas del restaurante familiar se enreda la trama, pero es en todas las comidas siguientes, especialmente en la de la casa familiar, donde los problemas parecen menores y la felicidad llama a las puertas de los protagonistas.
Bella es la primera película de Metanoia Films, una productora que nace con la inquietud de devolver la dignidad a los inmigrantes latinos retratados en el cine de Hollywood. El estereotipo que pretende derrocar es el del latino como un hombre sin cultura, que aprecia poco la vida, marginal, dedicado a trabajos sin importancia o a actividades ilegales y pandillero. La realidad del inmigrante mexicano que nos presenta encarna los valores de la vida, la familia, la amistad, el trabajo sacrificado y el gusto por la buena comida, todos ellos arraigados en un cristianismo asumido y florecido al calor del hogar.
La película no pretende demostrar ideas, ni vender héroes, ni etiquetar personas. Sencillamente nos muestra un modo de afrontar la vida con acciones sencillas y con más silencios que palabras. Así, además de mostrar, propone. Y propone con una sencillez y un respeto que trasciende el guión e impregna todo el metraje: narración, imágenes, actores, localizaciones y banda sonora.
Disfruté de esta necesaria propuesta en un pase para distribuidoras y prensa. Si quienes tienen poder de decisión han disfrutado la mitad de lo que lo hice yo, pronto disfrutaremos de ella en salas españolas. Si no, no dejen de perdérsela en versión original. Consíganla como sea. Porque ésta es de esas películas tan discretas que no llegan a obra maestra; pero tan sencillas y edificantes que uno las recuerda toda la vida. Es, sencillamente, Bella y, por eso mismo, uno de esos relatos donde la vida se ensancha.