Dirección: Yesim Ustaoglu. Países: Turquía, Francia, Alemania y Bélgica. Año: 2008. Duración: 112 min. Género: Drama. Interpretación: Tsilla Chelton, Derya Alabora, Onur Ünsal, Övül Avkiran, Osman Sonant, Tayfun Bademsoy. Guión: Yesim Ustaoglu y Selma Kaygusuz. Producción: Yesim Ustaoglu, Muhammet Çakiral, Serkan Çakarer, Behrooz Hashemian, Setareh Farsi, Natacha Devillers, Catherine Burniaux, Michael Weber y Tobias Pausinger. Música: Jea-Pierre Mas. Fotografía: Jacques Besse. Montaje: Franck Nakache. Diseño de producción: H.F. Farsi, Elif Tasçioglu y Serdar Yilmaz. Estreno en España: 12 Junio 2009. |
SINOPSIS
Tres hermanos nacidos en Estambul reciben una llamada que les comunica la desaparición de su madre. Comienzan entonces a su búsqueda. Pronto comienzan a reaparecer los viejos rencores familiares y todo aquello que estaba pendiente de decir. La película que trata el tema de la alienación y el aislamiento en la Turquía moderna.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Un día, una anciana desaparece de su casa en un perdido pueblo de la costa turca del Mar Negro. Sus tres hijos —dos mujeres y un hombre, todos en la cuarentena— se desplazan desde Estambul al pueblo de su madre. Tras encontrarla, el médico confirma el peor diagnóstico: la anciana padece Alzheimer. Entonces, los tres hermanos deciden llevársela con ellos a Estambul y turnarse para cuidarla. Todo el proceso —en el que también participará algún nieto de la enferma— permitirá a los tres hermanos hacer examen sobre sus propias vidas, marcadas por el egoísmo y el aburrimiento.
Este complejo drama familiar de la turca Yesim Ustaoglu (Viaje al sol, Esperando las nubes) ganó la Concha de Oro a la mejor película y la de Plata a la mejor actriz (Tsilla Chelton) en el Festival de San Sebastián 2008. No se trata de un filme redondo ni formal ni antropológicamente, pues disecciona el encuentro entre el campo y la ciudad en Turquía desde una perspectiva moralmente perpleja y más bien subjetiva. Sin embargo, se muestra certeramente crítico contra el hedonismo materialista, y elogioso de la familia y de una visión espiritual del sufrimiento. Y todo ello lo expone Ustaoglu con personalidad visual y una férrea dirección de actores, especialmente brillante respecto a la veterana actriz francesa Tsilla Chelton.
Historias de familia
Buena película turca, con buenas actrices, Concha de Oro en el Festival de San Sebastián. Con ritmo parsimonioso que encaja bien con el relato, la directora Yesim Ustaoglu cuenta una historia de familia que se inicia con tres hermanos adultos «urbanitas», dos mujeres y un hombre, buscando a su madre desaparecida en los alrededores de su casa junto a la montaña. Una vez encontrada se la llevan a vivir a Estambul, donde le diagnostican un alzheimer. Toda esta situación sirve para que los protagonistas se conozcan mejor a sí mismos. La hija casada y dominante, cuyo único vástago necesita aire para respirar y va mal en sus estudios universitarios; la hija periodista de vida sentimental agitada e inestable; y el hijo tarámbana y gandul, siempre visto como poca cosa, aunque a veces brilla en él un inesperado sentido común. También está la anciana, todo un carácter, que querría estar en su casa, y que dentro de su enfermedad, puede hacer declaraciones muy lúcidas; y su nieto, que puede que encuentre el modo de ubicarse en el mundo gracias a ella.
El guión de Ustaoglu y Selma Kaygusuz está muy bien estructurado, la narración es bella, hasta ese magnífico plano final de la montaña interminable, toda una metáfora de los obstáculos que hay que afrontar en la vida cada día. En la película se habla con acierto de que a veces, para encontrar, hay que perder, y de que el amor es siempre lo que nos redime. El reparto brilla por su naturalidad y sobriedad, principalmente la actriz que encarna a la anciana –Tsilla Chelton, Concha de Plata a la mejor actriz– y la que asume el papel de hija mandona.