Título original: Eat, pray, love. |
SINOPSIS
Liz Gilbert tenía todo lo que una mujer actual puede soñar, un marido, una casa, una exitosa carrera pero, como muchas otras personas, se encontraba perdida, confusa y buscando lo que realmente deseaba en su vida. Recién divorciada y ante la disyuntiva de qué camino coger, Gilbert sale de su acomodada vida y lo arriesga todo, embarcándose en un viaje alrededor del mundo que se convierte en una búsqueda para encontrarse a si misma. A lo largo de sus viajes, descubre el verdadero placer de la comida en Italia, el poder de la oración en la India y final e inesperadamente, la paz interior y el equilibrio del verdadero amor en Bali.
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CRÍTICAS
[María Molina, Pantalla 90]
Hasta el título parece una consigna publicitaria. Esta película es cine del montón con chica con dinero que busca encontrarse a sí misma viajando a la otra punta de su ciudad, pasando por el savoir faire de vivir y disfrutar italiano y brasileño. Cine de pasatiempo, pero engañoso. ¡Y con la que está cayendo! Esta película llega en mal momento, en plena crisis. Julia Roberts está bella y delgada después de sus tres maternidades, pero no consigue conmoverte como su personaje de Erin Brockovich.
Pone el dedo en la llaga de la profunda inseguridad que tiene Liz Gilbert a pesar de vivir en Nueva York y con medios económicos como para permitirse un divorcio y un matrimonio que rompe sin saber por qué, para permitirse viajar a Italia y a Bali y para permitirse comer en abundancia y tener muchos novios sin profundizar. Necesita salir de su mundo para enfrentarse a las cosas, conocerse y perdonarse. Necesita escapar, conectar con Dios –ella parece que con la meditación hindú recupera su equilibrio-, y sobre todo necesita consejo, que encuentra en un sabio maestro en Bali.
Eat Pray Love tiene una fotografía y cuidada estética, y relata la historia de una occidental que viaja hacia Oriente con el objetivo de encontrar un cierto equilibrio en su vida. De paso que hace una crítica e ironía en contra de la anorexia y aboga por las tallas grandes en pro de disfrutar de los placeres culinarios sin complejos. Buena música: el directo Ryan Murphy ha buscado un conjunto de canciones de Neil Young, Eddie Vedder y un buen puñado de música autóctona de India, Bali e Italia. El viaje iniciático o purificador de Liz suena superficial, a pesar de que se pasa gran parte de la película llorando.
Gilbert quiere empezar su vida de nuevo arriesgándolo todo y dejando su rutina. En sus maravillosos y exóticos viajes, experimenta el simple placer de comer en Italia, el poder de la oración en la India y, finalmente, de forma inesperada, la paz interior y el equilibrio del amor en Bali. Basada en una inspiradora historia real, Eat Pray Love (Come Reza Ama) demuestra que existe más de una manera de soltar amarras y salir a ver el mundo.Supone elregreso de Julia Roberts al género romántico que ella misma definió en los noventa, tras casi diez años de relativa ausencia. Un drama basado en el best seller homónimo de Elizabeth Gilbert en el que interpreta a Liz, supuesta alter ego de la autora, una mujer divorciada que trata de encontrarse a sí misma viajando alrededor del mundo.
Come reza ama lanza buenas ideas como la de «encontrar tu palabra», y el mejor contrapunto de la película –y lo más rico- es la amistad de Liz Gilbert (Julia Roberts) con su amiga que acaba de ser madre, pragmática y llena de sentido común (Viola Davis) o como el texano que encuentra en Bali, que se constituye en su guía o tutor (Richard Jenkins, recientemente aplaudido en The Visitor) y que deja una interpretación tan sencillamente conmovedora y auténtica que hace que la película parezca más buena. La aparición de Javier Bardem al final de la película cierra su viaje.
Sin embargo, Come Reza Ama es una película de extensa duración, que resume un prototipo del periplo personal de una mujer en un momento de crisis, un capricho romántico con analgésico que se reduce a frases de autoayuda. Liz Gilbert se nutre continuamente de su entorno en beneficio propio menos cuando ayuda a sacar fondos para la casa de Wava. La fotografía de Robert Richardson, plagada de contraluces y tonos mágicos, proporciona dinamismo visual, y la música de Dario Marianelli es acertada. Todo para relatar una transformación que más parece un anuncio de agencia de viajes.
En busca del equilibrio
Película basada en la experiencia personal de la escritora Elizabeth Gilbert, cuando atravesaba una profunda crisis que dio al traste con su matrimonio, dura peripecia vital cuyo camino de superación recogió en un libro convertido en auténtico best-seller. El film arranca con la vida conyugal cansina de Liz, que cree que se está autoengañando y engañando a su marido Stephen con la farsa de existencia que llegan. De modo que decide pedirle el divorcio, algo que el otro no entiende. Tras embarcarse en una relación con un joven actor que está representando uno de sus textos, Liz observa que debe ser más radical en el cuestionamiento de la vida que ha llevado hasta ese momento. De modo que rompe con todo, se toma un año sabático, y descubre el placer de la comida y el «dolce far niente» en Italia, la espiritualidad oriental en India, y la posibilidad de un nuevo amor en Bali.
El film que coescribe y dirige Ryan Murphy -responsable de Recortes de mi vida, y bastantes episodios de las series Glee y Nip/Tuk: a golpe de bisturí– se esfuerza en plasmar en la pantalla el viaje, sobre todo interior, de la protagonista, representativo de muchas personas en Occidente, inmaduras e insatisfechas con sus vidas, que anhelan algo que no saben lo que es.
Lejos de nosotros cuestionar el equilibrio alcanzado personalmente por Elizabeth Gilbert, pero lo cierto es que la descripción en la pantalla de su itinerario resulta aburrido y no demasiado atractivo, no basta con pasearnos por lugares de hermoso exotismo o por la eterna Roma para mantener la atención. Murphy se detiene en exceso en cada etapa de la protagonista, quizá con la intención de que los descubrimientos de ella sean también los del espectador, pero lo cierto es que todo parece demasiado elemental -el «salir» con los amigos italianos, las conversaciones con el chamán, la relación con el actor, el encuentro con otras personas que buscan también su lugar en el mundo…-, rebosante de «buenismo» poco consistente.
El reparto es formidable, desde la omnipresente Julia Roberts todos los actores saben insuflar vida a sus personajes, pero no hay composiciones memorables, por la sencilla razón de que sus papeles no lo son.
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