[Guillermo Callejo – Equipo de Cinemanet]
Mañana es Navidad, la fecha en la que los miembros de muchas familias -no todas- aprovechan para reunirse y consolidar los lazos que les unen. Además, ya casi terminamos el año 2010. Podrían enumerarse ahora cientos de producciones destacadas que cabrían verse estos días, o aludir a las mejores películas de los últimos meses. Pero en lugar de apuntar una lista interminable de títulos –ya existe una en Cinemanet, y muy buena-, quizá resulte ahora más eficaz rendir un escueto tributo a cuatro personalidades del cine, dos directores y dos actores que han fallecido este año. Bastará con recordar, de manera breve, sus pequeñas y grandes aportaciones al cine… y que el lector se atreva a rescatar esos filmes que los convirtieron -a su manera- en leyenda. Todos los que aquí se apuntan valen la pena.
Blake Edwards: maestro indiscutible del séptimo arte. Genio donde los haya, sobre todo en el género de la comedia. Muchos lo recuerdan por su firma en Desayuno con diamantes, sensacional adaptación de la obra de Truman Capote, lo cual no impide mencionar, al menos, otros tres productos suyos que merecen también incluirse en la categoría de obras maestras: El guateque (desternillante), La pantera rosa (genial) y La carrera del siglo. Hasta en su vida privada supo atinar con otra maravilla del cine, Julie Andrews, con quien se casó y trabajó más adelante.
Tom Mankiewicz: más discreto y desconocido que Edwards. Era, curiosamente, sobrino de Herman Mankiewicz, escritor de Ciudadano Kane. Aunque también se desempeñó como director, sus mayores logros los obtuvo como guionista. Nos regaló la sabrosa historia de Ha llegado el águila (¡menudo reparto!) y contribuyó a dar continuidad al 007 cinematográfico de Diamantes para la eternidad (la última de Connery), Vive y deja morir y El hombre de la pistola de oro (estas dos, ya de Moore). Y estuvo asimismo en la complicada gestación de las memorables dos primeras entregas del Superman de Christopher Reeve.
Dennis Hopper: los más jóvenes lo recordarán por su papel en la primera temporada de 24; los adolescentes, por su rol como antagonista en Speed; y los mayores, por su valiosa interpretación en Easy Rider. Buscando mi destino o por su aparición fugaz en Apocalypse Now. Lo que algunos ignoran es que esta última película también la dirigió. Aunque no recibió ninguno de los dos oscars por los que fue nominado -al de mejor actor de reparto y al de mejor actor-, sus fans pudieron consolarse un poco cuando dos meses antes de morir inauguró la estrella con su nombre en el Paseo de la Fama de Hollywood.
Tony Curtis: otro grande que se codeó entre los grandes. Su presencia en Con faldas y a lo loco es ya una leyenda, por supuesto, pero también coincidió con otros muchos estupendos actores, y con ellos dejó para la posteridad obras maravillosas: véanse Espartaco (con Kirk Douglas), Fugitivos (con Sidney Poitier) o Chantaje en Broadway (con Burt Lancaster). Ah, y también estuvo a las órdenes de Elia Kazan, de Polanski y de John Huston. Casi nada. Tuvo una vida muy ocupada. De hecho, por hacer, incluso trabajó en un submarino norteamericano durante la Segunda Guerra Mundial.
Me dejo otros en el tintero, como Arthur Penn, García Berlanga o Peter Graves. Pero ya hay suficientes títulos para rendir homenaje a los cuatro anteriores durante estos días festivos. ¡Feliz Navidad!
Muy acertada despedida, Guillermo. Necesaria y certera.
Gracias, Chema.