Título original: The way back. |
SINOPSIS
Aprovechando una ventisca nocturna para cubrir sus huellas, siete prisioneros, atrapados en el reinado de terror de Stalin, escapan de un gulag soviético en 1940. Han comenzado la búsqueda de la libertad aunque, casi con certeza, acaben muertos… pues la larguísima caminata que les aguarda hasta llegar a lugar seguro desafía toda probabilidad razonable de una resolución feliz y el terreno que habrán de atravesar es implacable. Se rigen en todo momento por un principio inapelable: seguir adelante, seguir adelante, seguir adelante….
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE]
Siberia, 1940. Durante una ventisca nocturna, que cubre sus huellas, siete prisioneros de diversas procedencias y personalidades escapan del terrible gulag donde estaban prisioneros. Son un valiente oficial polaco, un cínico estadounidense, un pastelero y dibujante ucraniano, un sacerdote letón, un matón ruso y una misteriosa chica polaca, que se encuentran por el camino. Su objetivo es caminar hasta algún territorio no comunista, quizás la India. De modo que deberán recorrer miles de kilómetros y atravesar tundras heladas y desiertos asfixiantes. Todo ello, casi si comida ni equipo.
Siete años después de la espléndida Master and Commander, el veterano cineasta australiano Peter Weir (Gallipolli, Único testigo, El Club de los Poetas Muertos, El Show de Truman) retorna a la gran pantalla con un intenso relato de supervivencia, libremente inspirado en unos hechos reales muy discutidos. El filme lanza una crítica rotunda a las crueles represiones estalinistas —que generaron millones de muertos y desplazados—, y goza de unas magníficas interpretaciones, especialmente de Jim Sturgess y Ed Harris. Además, su vigorosa puesta en escena está atenta a los detalles pequeños al tiempo que aprovecha la grandiosa belleza de los parajes naturales en los que han rodado. El único problema del filme es que su desarrollo resulta previsible, pues se parece mucho al de otras películas de evasiones. De todas formas, está muy por encima de la media.
[Ramón Ramos, CinemaNet]
Supervivencia
El prestigioso director australiano Peter Weir, responsable entre otras de El show de Truman, Único testigo, La costa de los mosquitos o El club de los poetas muertos, estrena Camino a la libertad (The way back, 2010), una extraordinaria historia de bondad, fuerza de voluntad, perdón y amistad. El periplo de siete presos fugados de un gulag soviético durante la II Guerra Mundial, que recorren más de 6000 km a pie atravesando montañas y desierto, sirve de base para un relato profundamente humano de supervivencia en una naturaleza agreste, dura y hostil sin apenas recursos ni provisiones.
Cada uno de los fugitivos tiene su historia particular, un motivo diferente por el que han sido víctimas de la barbarie de Stalin, pero que se ven unidos en la adversidad por su ansia de libertad. En algunos momentos, y salvando las distancias, puede parecer una versión salvaje de The Way.
La presentación de los personajes es magistral. Weir se toma su tiempo dentro del campo de concentración para ir perfilando a cada uno de ellos y establecer las distintas relaciones entre sí antes de ir al meollo de la cuestión que es la fuga y posterior viaje desde Siberia hasta la India. Sus películas siempre se han caracterizado por tener un ritmo narrativo pausado pero en el que todo lo que va apareciendo en pantalla resulta interesante para el espectador. Tras siete años sin dirigir, desde 2003 en que presentó la aclamada Master & Commander, este autor mantiene su poder de transmitir mucho con ese característico y aparentemente sencillo estilo de narración con emociones contenidas.
Por otra parte el elenco de actores es estupendo, bien dirigidos. En su mayoría son rostros desconocidos secundados por dos grandes astros: Ed Harris y Colin Farrel. Harris constata una vez más que su mera presencia hace ganar puntos a la película, algo ya comprobado en títulos como La Roca o Enemigo a las puertas, sin olvidar su memorable encarnación de genio de la música en Copying Beethoven.
Por otra parte Farrel demuestra que cuando es bien dirigido puede hacer grandes papeles, como ya pudimos ver en El sueño de Casandra a las órdenes de Woody Allen. Curiosamente tanto en la cinta de Allen como en la presente sus personajes tienen un problema de adicción al juego, si bien la psique de ambos es muy diferente; en aquella era un tipo débil e inestable con grandes remordimientos de conciencia mientras que aquí es un sanguinario y despiadado asesino ruso.
En un papel muy secundario encontramos al carismático Mark Strong, que ha destacado en los últimos tiempos con títulos como Red de mentiras, Sherlock Holmes o Robin Hood. El joven actor británico Jim Sturgess encabeza el reparto con una sólida interpretación de un militar polaco de fuertes convicciones.
La música y la fotografía acompañan convenientemente el conjunto sin estridencias estilísticas. En general una aventura épica muy humana con buenos diálogos y estupendos actores, servida por un gran director como es Peter Weir.
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