Título original: Des hommes et des dieux. |
SINOPSIS
Un monasterio en las montañas del Magreb en los años noventa. Ocho monjes cistercienses viven en perfecta armonía con la población musulmana. Un grupo de fundamentalistas islámicos asesina a un equipo de trabajadores extranjeros y el pánico se apodera de la región. El ejército ofrece protección a los monjes, pero estos la rechazan. ¿Qué deben hacer? ¿Irse, quedarse? A pesar de la creciente amenaza, empiezan a darse cuenta de que no tienen elección y deben quedarse, pase lo que pase. La película se basa a grandes rasgos en la vida de los monjes cistercienses del Tibhirine, en Argelia, desde el año 1993 hasta su secuestro en 1996.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE ]
En mayo de 1996, siete monjes cistercienses del Monasterio de Nôtre-Dame del Atlas, en Tibhirine, Argelia, fueron secuestrados y asesinados por un grupo de fundamentalistas islámicos. A partir de los testimonios directos de dos supervivientes, esta sensacional película describe la vida cotidiana en esa pacífica comunidad católica durante los tres años previos a ese cruento desenlace, que es eludido por las imágenes. De este modo, el espectador es testigo de la sencilla vida de esos monjes, marcada por la liturgia de las horas en común, la intensa oración personal, el estudio teológico, el trabajo manual y la atención de un modesto dispensario médico, al que acuden numerosos habitantes de los pueblos vecinos, la inmensa mayoría musulmanes.
Con minuciosidad de entomólogos, Xavier Beauvois y Etienne Comar van cincelando en su guión las diversas personalidades de cada uno de los monjes: el abad Christian de Chergé, los padres Christophe Lebreton, Célestin Ringeard, Bruno Lemarchand y Amadée Noto, y los hermanos Luc Dochier, Paul Favre-Miville y Michel Fleury. Conforme el clima político se enturbia, y comienzan a actuar violentamente diversos grupos fundamentalistas islámicos, los muchos amigos que tienen por la zona y los violentos militares aconsejan a los monjes que abandonen la abadía y retornen a Francia. Algunos de los monjes piensan también que ésa es la mejor solución. Otros dudan. Y varios consideran que su vocación y su amor a Cristo les han llevado hasta allí, de modo que sería una cobardía abandonar ese lugar. La situación adquiere perfiles trágicos cuando son asesinados varios obreros croatas católicos a pocos kilómetros del monasterio.
Tras dirigir las discutibles Según Matthieu y No olvides que vas a morir, el francés Xavier Beauvois da un giro inesperado, y resuelve de un modo magistral el complejo desafío que suponía De dioses y hombres, sin duda, una de las mejores películas de la última década y digna heredera de otros grandes filmes franceses de honda espiritualidad católica, como Diálogos de carmelitas, Diario de un cura rural, Thérèse, Adiós, muchachos, Tres colores: Azul y Rojo, Ponette, El gran silencio, Vete y vive, La escafandra y la mariposa o Lourdes. En el Festival de Cannes 2010, la película ganó el Gran Premio del Jurado y el Premio Signis de la Asociación Católica Mundial para la Comunicación, y ahora representa a Francia de cara al Oscar al mejor filme en lengua no inglesa.
Todas las interpretaciones son espléndidas, y la contemplativa puesta en escena, siempre fluida y sustancial, hace justicia a cada personaje y vivifica un guión casi perfecto, que afronta con rotunda profundidad temas tan delicados como la caridad frente al fanatismo, o el poder redentor de la oración —mostrada en varias impresionantes secuencias rodadas a lo Dreyer—, o el sentido del sufrimiento y de la muerte en el contexto de la vocación personal a la santidad como amor incondicional a Dios. Unas ideas que quedan esculpidas a fuego en esa conmovedora declaración del anciano hermano Luc: “No tengo miedo de los insurgentes; menos aún del ejército. No tengo miedo de la muerte. Soy un hombre libre. En mi larga vida he tratado con todo tipo de personas, incluidos los nazis y hasta el mismísimo diablo”.
[Ignacio Pulido, Colaborador de CinemaNet]
Esta película que la Academia Francesa va a presentar a los Oscars tiene una gran similitud con la también francesa Diálogo de carmelitas. Como aquella, pone de relieve la grandeza de la vida dedicada a Dios y a los demás en medio de una sociedad que no sólo no sabe valorar esa actitud sino que además la ataca frontalmente. En aquella ocasión era la sociedad moderna y anticlerical de la revolución francesa y en ésta es el fundamentalismo de otra religión.
La película está muy cuidada en todos los diálogos de los monjes y en la vida que llevan dedicada a Dios y a ayudar y consolar a los demás. El director busca el contraste que se da a lo largo de la película en unas cuantas ocasiones cuando tras un gran momento de paz, silencio y espiritualidad en el interior del monasterio la siguiente escena nos somete a la tortura del mundanal ruido y rapidez de acciones. De esta forma nos hace sentir más cómodos con la vida de los monjes y destaca la paz que se respira, que irradia el monasterio y que es la conductora de los grandes momentos de espiritualidad protagonizados por los monjes, algunos de ellos de enorme importancia para entender y vivir mejor la película.
Finalmente presenta una serie de valores que cuesta encontrar en la mayoría de las películas de hoy en día como son el perdón como expresión máxima del amor, la oración por los demás y por las almas de los fallecidos, la caridad con los más necesitados, la comunicación con Dios y el sentimiento de saberse escuchado y querido por Él y como no finalmente el martirio como premio a una vida de amor y fidelidad a Dios.
Resumiendo, una película maravillosa que muestra una vez más que el valor más grande del ser humano sigue siendo el de la búsqueda del amor de Dios; algo tan grande que hay quien no pone límites para obtenerlo.
[Javier Pozuelo, Colaborador de CinemaNet]
Película francesa que este año es la candidata por Francia a las Nominaciones a la mejor película francesa. Grandes interpretaciones para esta película coral en la que no hay un protagonista definido sino que son los ocho frailes los que cada uno con sus características intrínsecas dan protagonismo a esta gran película de fondo. Destacaría por encima de todos a Michael Lonsdale por su gran peso internacional, secundario clásico de lujo, actor al que no conceremos tanto por el nombre pero que sí reconocemos en cuanto aparece en pantalla. Películas como Ágora, Los fantasmas de Goya, Munich, Ronin, Nelly y el Sr. Arnaud están entre sus mejores trabajos. Él se describe a sí mismo como un católico comprometido.
En un segundo término citaré a Lambert Wilson, actor visto en películas como Sahara, la reciente y muy divertida Palacio Real, Matriz, Babylon o las que son para mí sus mejores interpretaciones en la película de época Marquise, junto a esa grande y bella actriz Sophie Marceau o en la comedia musical On connait la chanson.
Destacar su gran paralelismo con ese gran clásico francés Diálogos de Carmelitas (Dialogues des Carmélites) obra del escritor francés Georges Bernanos basado en la novela «La última en el cadalso» (Die letzte am Schafott) de Gertrud von Le Fort y llevada al cine en 1960.
Gran contraste entre sus escenas, sencillas, delicadas, en las cuales todo transcurre con gran pasimonia, en la que todo es paz con otras escenas de gran velocidad, violencia y ruido.
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Uno de los grandes logros de esta cinta reside en las virtuosas interpretaciones, plasmadas con notable humildad. A pesar de la mirada escéptica del espectador, el amor que proyectan los ocho monjes en su fé ilumina la creencia en una utopía, enternece la sensibilidad sin necesidad de recursos fáciles logrando conmover con cada uno de sus planos, con cada uno de sus diálogos.
Dejo la crítica que hice en mi blog a esta película para quien le interese:
http://www.chansonsdamour.es/2011/01/critica-lo-idilico-de-la-vida.html