A Film about Kids and Music. Sant Andreu Jazz Band. Movimiento para los pies y fiesta para el espíritu, “swing” y “jazz” en estado puro, hecho por niños de Barcelona entre 6 y 16 años.
[Enrique Chuvieco, Colaborador de CinemaNet]
La Tercera edición del Festival Internacional de Cine Educativo y Espiritual (FICEE) de Ciudad Rodrigo (España) coronó al documental del director catalán Ramón Tort, celebrado entre el 16 y el 20 de julio, al alzarse con buena parte del palmarés: Mejor Película, Mejor Sonido, Premio Especial del Público y Premio Signis, que concede la Asociación Católica Mundial para la Comunicación.
El evento, organizado por la Asociación Kinema Siete de la localidad castellana, ha contado con 197 películas a concurso, de las que 26, de gran nivel, pasaron a la fase final de exhibición; varias ponencias con docentes del sector audiovisual, como las profesoras María Rosa Pinto Lobo y Ninfa Watt, y distintas proyecciones fuera de concurso para grandes y pequeños, como Los miserables, Las aventuras de Tadeo Jones, El hobbit, Ice age IV, El lado bueno de las cosas, 4 días de mayo o Un Dios prohibido, realizada por Pablo Moreno, que es también miembro de la organización.
Calidad de los trabajos
Otros premiados en este festival internacional, único en España en cuanto al número de población (Ciudad Rodrigo cuenta con poco más de 12.000 habitantes) ha sido para la Mejor Dirección en la persona de la realizadora Marina Seresesky, por La boda, que ya fuera nominada en los premios Goya de este año; Amor a primera vista, del británico Mark Playne, en el apartado de Mejor cortometraje; la Mejor Animación recayó en la rusa La luz inefable, de Natalia Fedchenko; y Mención Especial Signis a la alemana Ein augenblick in mir, de David M. Lorenz.
Vejez, enfermedad, paro… y más que swing
A Film about Kids and Music es una fiesta para los sentidos y un espaldarazo para educadores, ya sean padres, coaching de formación o entrenadores deportivos. Pasión, compromiso, acompañamiento… son algunas de las señas distintivas de los docentes de San Andreu Jazz Band que alucina a propios y extraños, como subrayan los reputados músicos estadounidenses que participaron en el concierto en el Palau de la Música de Barcelona junto a los niños y jóvenes de la escuela dirigida por Joan Chamorro.
Tras su proyección en Ciudad Rodrigo, muchas miradas y expresiones rezumaban vibraciones del eléctrico swing y de un hondo placer de haber asistido a una clase, dirigida a cada uno, por maestros que dejan huella. El público canalizó su apoyo a este documental, dándole la mayoría de votos de entre todos los audiovisuales exhibidos.
Por otro lado, varios de los trabajos en competición abordaban la ancianidad y el Alzheimer desde la comprensión y atención a los seres queridos. Ocurría en la emocionales y entrañables Mi ojo derecho, de Josecho de Linares; Juliana, de Jana Herreros; Inolvidable, de Diego Carballo y Daniel Carlón; y las más duras, como Huir, de Carlos Pérez Santamaría; o Nana, de Alberto Santaella Gallego.
La denuncia de las violaciones a niños en el Tercer Mundo tuvo cabida con Monster do not exist, de Paul Urkijo; la fraternal compañía en la enfermedad, con Help, de Patxi Gabella; los prolegómenos de la crisis económica actual con la ficción de Lucas Figueroa «Prólogo»; o la lacra del paro con locución en euskera, con Elkartea, de Kote Camacho.
De lo líquido a ejercitar Sudokus
“Cuando antes era una cosa habitual, actualmente es imposible dar una hora completa de clase: das 20 minutos y el resto haces entretenimiento”, alertó María Rosa Pinto Lobo, catedrática de Teoría de Comunicación de la Universidad Pontificia de Comillas (Salamanca-España), quien no se refiere a niños o adolescentes, sino a universitarios. En su intervención, disertó sobre “Estilos de vida, valores y educación en el cine”.
En esta línea, aludió también Ninfa Watt, profesora del mismo centro superior, quien ejercita últimamente “juegos de Sudoku” con sus alumnos para “que aprendan las mínimas reglas de la lógica”, ya que absorben mucha información, “pero son incapaces de deducir, de sacar consecuencias a partir de datos de la realidad”. En su ponencia, apostó por el cine para educar en valores, máxime cuando actualmente es “lenguaje materno” para los niños.
La organización ha suplido muchos obstáculos: uno de ellos, la burda indiferencia del diario regional La Gaceta para informar del evento, o la imposible comparecencia de última hora del director Manuel Sanabria. Para solventar ésta última, incluyó las experiencias de organización y rodaje de Un Dios prohibido (película que con 300.000 euros de presupuesto ha superado los 27.000 espectadores y es la más vista en su franja de inversión económica. Además, se visionará en la JMJ de Río y tiene encargos de países europeos y del continente americano) por parte de su director Pablo Moreno, de los actores Raúl Escudero y Luis Seguí, y del jefe de producción Francisco Pavón, resaltando todos ellos la unión de todo el equipo, tanto interpretativa como técnica, para implicarse en el proyecto por encima de ideologías y creencias (algunos de los seminaristas en la ficción eran ateos).
Un imprevisto para la unión de arte y fe
La sorpresa saltó cuando los miembros del jurado acordaron erigir, por primera vez, el galardón Denis Rafter para reconocer cada año algún aspecto significativo que no estuviera dentro de la sección oficial. De paso, valoraron también la vinculación personal del director y actor de teatro y cine irlandés que ha tenido desde sus inicios con este festival (estuvo en el jurado en la presente edición). Este año el premio recayó en la calidad y belleza de la banda sonora de los niños y jóvenes que componen San Andreu Jazz Band, que Chamorro dirige desde 2006 en un barrio de Barcelona (España) a partir de una escuela municipal.
La implicación del obispado de Ciudad Rodrigo en el festival y en otras manifestaciones culturales de la Ciudad Antigua, Noble y Leal -cuyos títulos ostenta la localidad castellana- tiene nombre concreto por encima de otros apoyos eclesiales, incluidos los económicos: Juan Carlos Sánchez Gómez, rector del seminario.
La gratuidad, en la implicación y el sacrificio por parte de organización y voluntarios, denota la fuerza que hace posible una idea; sintaxis humana necesaria para abordar en 2014 la cuarta edición de este festival, que se ha forjado un hueco merecido en el panorama nacional.