[Julio R. Chico – Colaborador de CinemaNet]
Hablar con propiedad del amor y de la inmigración no es tarea sencilla para el cine por la complejidad que entraña, y hacerlo desde la comedia y con el tono respetuoso que esos temas exigen es algo que queda reservado a sensibilidades exquisitas. Isabelle Mergault lo consigue y hace fácil lo difícil en “Eres muy guapo”, comedia francesa que mira con amabilidad y cierta ingenuidad a un pobre campesino que un día descubre un mediterráneo cuando, al fallecer su esposa, tiene que buscar una mujer que le ayude en las tareas de la granja. Si Aymé viaja primero a Rumanía para encontrar a Elena, después tendrá que hacerlo a su propio interior para apreciar con ella el valor de la música y los sentimientos del alma. Será un viaje de aprendizaje y de maduración en las cosas del amor, que tendrá que hacer desde el conocimiento de su personal extranjería en el mundo de los humanos y desde una apertura a los demás que le permite saborear la dulzura del amor y desear no perderlo ya nunca más.
La directora prefiere conducirnos en este viaje por caminos complacientes y amables, prescindiendo de los tintes crudos y dramáticos que la situación puede encerrar. Sus personajes son tratados de forma simpática y entrañable, desde el estereotipo más pintoresco y cómico hasta la emoción tierna y profunda. No le importa echar mano de abundantes tópicos y chistes de tono un tanto naïf o recrear situaciones esperpénticas como el juego familiar de las adivinanzas, la entrevista a las candidatas rumanas o el concurso de conejos. A Mergault le interesa que el espectador sonría con sus personajes y que les quiera, que advierta sus carencias y sus deseos de salir adelante… porque son buenas personas. No hay complejidad en sus caracteres ni en sus reacciones, y todos responden a las tesituras de la vida como cualquier hombre necesitado o cualquier madre luchadora haría… en su esfuerzo por sobrevivir a una situación difícil.
Aunque se habla de agencias y matrimonios de conveniencia, aunque se apunta al desinterés del hombre por las cuestiones domésticas y a la prostitución entre las inmigrantes, aunque se ridiculiza la excesiva preocupación por la imagen -desde las entrevistas programadas con el “eres muy guapo” hasta la carta que Aymé se auto-envía para justificarse ante los amigos-, el tema que verdaderamente interesa a Mergault es el del cultivo de una humanidad que este agricultor había abandonado en su granja y en su alma. La historia de Aymé derivará, de esta manera, del negocio al ocio, de lo material a lo espiritual, de lo necesario a lo imprescindible… y los cinco céntimos del inicio serán sustituidos por una triple apuesta de caballos donde el boleto ganador tendrá el nombre de Elena.
El buen uso de la elipsis con que se narra el fallecimiento de la esposa o la selección de su sustituta en la granja, la moderna y fresca partitura de Bob Lenox y Alain Wisniak, la luminosidad de una fotografía que refleja el alma limpia y sin recovecos de sus personajes, la sencillez de una puesta en escena que huye del artificio para quedarse con lo esencial, la autenticidad y simpatía que despiertan los trabajos interpretativos de Michel Blanc y Medeea Marinescu… hacen que “Eres muy guapo” se convierta en una película positiva y humana que no puede dejar de verse, en una de esas cintas que dejan buen sabor de boca. Con su mirada humanista, Mergault nos invita a contemplar los problemas -la soledad, la pobreza, el desarraigo, la inmigración- con una esperanza y una luminosidad de “ver cosas que antes jamás vi, porque has puesto el sol en mi corazón”… palabras que Aymé le dice a Elena en un arranque de sinceridad y en la mejor declaración de amor posible. Porque juntos podrán, en adelante, oír música clásica sin disimular y cultivar gardenias… también en domingo.