Sinopsis
La historia de dos niños, uno cristiano y uno judío, cuya amistad logra sobreponerse a los prejuicios, el odio y el paso del tiempo en la devastación de la Revolución Rusa y la Primera Guerra Mundial.
Crítica
La inocencia humanizadora
[Jaume Figa i Vaello. Colaborador de CinemaNet]
En la Ucrania de 1919, los niños Anton y Yasha viven ajenos a la revolución bolchevique que está teniendo lugar en su país. Anton, cristiano, vive con su familia alemana que emigraron a este país hace años. Su padre, granjero, está muy preocupado de que los comunistas requisen su cosecha y la de los demás aldeanos y hace lo que sea para evitar quedarse bajo mínimos. Esto lleva a trágicas consecuencias, debido a la cruel Dora, conocida como “la ramera soviética”. Por otro lado, Yasha, judío, vive con su padre viudo, que hace de aparente confidente de Dora.
Basada en el libro homónimo del canadiense Dale Eisler, Anton, su amigo y la Revolución Rusa cuenta la vida real, novelada, de la familia del propio Eisler –Christina, la madre de Anton, era su abuela. Él mismo lo adapta a guion cinematográfico, en colaboración con el director de la película y Vadym Yermolenko: “Varias personas, después de leer el libro –dice– me dijeron que pensaban que podría ser una gran película y me animaron a adaptarla”.
Y así fue como Zaza Urushadze –que llegó a ver la película, poco antes de fallecer prematuramente, a los 54 años de edad– se encariñó con la historia. Urushadze se hizo muy famoso con la multipremiada y candidata al Oscar a mejor película de habla no inglesa 2015, Mandarinas, en la que el realizador habla del absurdo de la guerra, a partir del sencillo relato de dos ancianos y su hospitalidad con combatientes de ambos bandos.
Con Anton, el realizador georgiano toca, de nuevo, los temas de Mandarinas, ahora presentando la inocencia humanizadora –o “humanizante”– en la historia de los dos niños protagonistas. Urushadze mide muy bien los tempos de la trama y, sin maniqueísmos –algo de corazón tienen, a pesar de todo, los trotskistas–, muestra el contraste entre la vida en la aldea y el entorno soviético, así como entre la de los adultos y la de los niños. Con la idea de fondo del “ser como niños”, que comenta en su homilía el tío de Anton. En ello, juega un gran papel el excelente trabajo de los dos desconocidos pequeños actores, que imprimen a los protagonistas mucha naturalidad.
Por otro lado, el modo cómo está estructurada Anton –un gran flashback que cuenta la relación de amistad– recuerda un poco otra magnífica novela llevada a la gran pantalla, Cometas en el cielo: una más en la larga lista de películas que, en cierto modo, son un grito a favor de la paz y un esperanzador mensaje: al final, el amor siempre triunfará.
Tú eres mi hermano
[Josan Montull. Colaborador de CinemaNet]
En 2014 el cineasta georgiano Zaza Urushadze presentó una película magnífica, Mandarinas que a punto estuvo de obtener el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. En Mandarinas, el cineasta abordaba el tema de la guerra de los Balcanes con una extraordinaria humanidad.
Esa misma humanidad es la que transita en su obra póstuma Antón, su amigo y la revolución rusa, que cuenta la historia inspirada en hechos reales de dos niños, uno cristiano, Antón, y otro judío, Jakob, cuya amistad logra sobrevivir por encima de los prejuicios, el odio y el paso del tiempo.
En un pueblecito de Ucrania viven familias dispares entre la pobreza y la amistad. Antón y Jakob son muy amigos; juegan, saltan, conversan, se ayudan, se esconden de los adultos y cultivan una inquebrantable fidelidad. Pero esta relación idílica está marcada por la revolución rusa que, con frecuencia, les acerca a unos despiadados bolcheviques que roban, matan y provocan el horror en medio de mítines revolucionarios demagógicos.
Los dos niños no son conscientes de este sufrimiento. La guerra incluso les trae la muerte de familiares (la madre de Jakob y el padre y hermano de Antón), pero son incapaces de comprender lo que pasa. La mirada de los niños es de una ternura excepcional.
La violencia que les rodea corrompe todo el mundo de los adultos, incluso el del sacerdote, que encontrarán en la violencia y la venganza el único sentido de la vida. Pese a que el resentimiento y el odio están presentes en todos los adultos del pueblo, aún se dan gestos de generosidad y amor entre los vecinos, mezclados con otros de agresión y muerte. No hay duda, la guerra todo lo pudre.
La comunidad rural consigue asestar un golpe terrible a un comando bolchevique y secuestrar al mismo Trotsky, autor ideológico de las masacres. Pero los niños se encontrarán con el secuestrado y el resultado será impredecible.
Las conversaciones de los niños son de una ternura y una profundidad que contrastan con el universo de los adultos. Llegan a decir que no entienden un paraíso sin amigos, que el de los judíos y de los cristianos es el mismo. Mientras ellos, mirando las nubes, imaginan un Cielo plurireligioso, los mayores, mirando la tierra construyen un infierno sin Dios. “La vida es injusta”, dicen los adultos; “ahora tú eres mi hermano” dicen los niños.
La película apuesta por un ritmo lento y pausado y, pese a narrar una historia violenta, no se regodea en la violencia, sino más bien la sugiere. Los paisajes, abiertos y luminosos, son el contraste brutal con la cerrazón y oscuridad provocada por los acontecimientos bélicos.
El reparto es coral y son muchos los personajes que aparecen en la pantalla, algunos con pocos minutos, pero con una fuerza inquietante (como la sádica camarada Dora y el canalla Trotski). Quienes más aparecen, eso sí, son los niños. En su mirada y en sus juegos se intuye un universo más humano y divino.
La película no tiene un final vacío desesperanzado sino positivo y abierto a la esperanza; aunque la buena voluntad pueda provocar desgracias, la inocencia de los niños no será corrompida por la guerra de los adultos. La amistad estará por encima de las perversiones bélicas.
Fotografiar el Cielo será posible, construirlo en la tierra, pese a todo, será factible.
Ficha técnica
- Título Original: Anton
- Dirección: Zaza Urushadze
- Guión: Dale Eisler, Zaza Urushadze, Vadym Yermolenko
- País: Ucrani, Georgi, Lituania, Estados Unidos y Canadá
- Año: 2019
- Duración: 102 min.
- Género: Drama
- Interpretación: Natalia Ryumina, Regimantas Adomaitis, Vaiva Mainelyte, Juozas Budraitis, Anton Sebastyan
- Productora: Insightmedia Producing Center, Georgia International Films, Cinevision Global, Artbox, Ukrainian State Film Agency
- Música: Patrick Cannell, Miroslav Skorik
- Fotografía: Mikhail Petrenko
- Estreno en España: 12 de febrero