The Spanish earth es el título de una película que, traducida al castellano con el nombre de Tierra española, fue estrenada oficialmente en la Casa Blanca el 8 de Julio de 1937, a petición del entonces presidente norteamericano Theodor Roosevelt. La idea de realizar este film correspondió a la Contemporary Historian y el proyecto se le confió al realizador holandés Joris Ivens y su guión al famoso escritor Ernest Hemingway.
En dicha proyección, a la que asistieron los delegados de la Sociedad de Naciones, se pudo ver el testimonio de la lucha que se estaba llevando a cabo en España. Al acabar el pase de la película, Roosevelt manifestó su simpatía por la causa, pero también añadió que no estaba en condiciones de tomar una posición con relación al conflicto. El film fue marginado de los canales habituales de distribución ya que éstos consideraban que era una película polémica y podía traer algunos problemas para el gobierno estadounidense en sus relaciones internacionales, habida cuenta de su postura de no injerencia en asuntos externos. Ello no impidió que alcanzase una gran difusión entre asociaciones culturales, entidades de carácter progresista y universidades, destinándose los beneficios económicos obtenidos, unos setenta mil dólares, para comprar material sanitario que fue enviado a los frentes de combate.
La Guerra Civil, en contra de lo que pudiera pensarse, no interrumpió la producción cinematográfica. Más bien al contrario: entre documentales y películas de ficción se encuentra un total de 360 en el bando republicano y 93 en el sublevado. La zona republicana contó con dos importantes centros de producción fílmica: Madrid y Barcelona y, en el bando opuesto, los dos equipos técnicos que se habían desplazado a Andalucía para filmar Asilo naval y El genio alegre, quedaron aislados al estallar el conflicto. Sería la ayuda italiana y alemana la que compensaría este déficit inicial y que permitiría realizar numerosas películas y, especialmente, documentales.
Quedaron así definidas dos zonas que, en los tres años siguientes, se movilizarían como potentes elementos ideológicos y propagandísticos. En ambas se defendió la legalidad de las acciones, todas ellas por el bien de España y, también, la descalificación del enemigo, que se convirtió en algo habitual. En la zona republicana aparecían en los diálogos, en las voces en off, términos como fascistas, traidores sin honor, bestias feroces…mientras que en la zona sublevada los espectadores oían rojos, canallas marxistas, traperos desharrapados. Los operadores republicanos tenían que pasar la censura política tras redactar los guiones mientras que, en el bando contrario, tenían que pedir permiso para poder filmar y, una vez terminado el rodaje, pasar la censura que, en este caso se acompañaba por la militar y religiosa.
Todo lo anterior no constituye ninguna novedad pues el cine de ficción y los documentales, como ocurre en la época actual, cumplen funciones propagandísticas. Ni uno ni otro son objetivos y, de forma generalizada, han servido y sirven para la manipulación de la opinión pública. Así, por ejemplo, una misma escena se utilizó por los republicanos o los sublevados para la difusión de su particular mensaje, tal y como ocurrió con el documental elaborado por la CNT-FAI, que con el título Reportaje del movimiento revolucionario en Barcelona, fue utilizado por el bando sublevado para mostrar el componente anticlerical que se desató en Barcelona entre el 19 y el 24 de Julio de 1936. La copia de éste, que había llegado a Berlín, fue renovada en la voz en off y, así, se consiguió el objetivo perseguido de desacreditar al movimiento revolucionario. También es conocido el caso de un mismo documental en el que aparecen los cuerpos de personas que han sido fusiladas y que fue utilizado por ambos bandos para mostrar la violencia gratuita del contrario.
Es conocido que en la zona controlada por la República se colectivizaron los locales de espectáculos, pasándose a gestionar por la CNT/FAI y la UGT. La situación de la oferta no cambió, pues la cartelera siguió funcionando con normalidad: desde el otoño de 1936 las salas de cine ofrecían noticiarios de actualidad, documentales de guerra y películas de ficción. Entre estas últimas se encontraban las de producción soviética, tales como El acorazado Potemkin o Los marinos de kronstadt , aunque la que constituyó un verdadero éxito de taquilla llevaba por título Chapaiev, el guerrillero rojo. Película que ya se había convertido en un film de culto en la URSS aunque, aquí en España, no se pasaba el último rollo de película porque la muerte del protagonista causaba desánimo entre los milicianos. También se proyectaron películas norteamericanas, aunque desde mediados de 1937 se dejaron de ver porque las distribuidoras, al parecer por problemas de pago, dejaron de enviar. También hubo películas españolas pero, por razones obvias, fueron reposiciones del cine de preguerra.
La inmensa mayoría de películas, en el bando republicano, las realizaron las centrales sindicales, los organismos de gobierno y los partidos políticos. Es el caso de España 1936 o Sierra de Teruel, salidas de la Sección de Propaganda del Ministerio de Instrucción Pública. El Partido Comunista, junto al Partido Socialista Unificado de Cataluña y la Juventud Socialista Unificada, creó la productora Film Popular que, además de encargarse de la distribución de films soviéticos, elaboró Julio 1936 y ¡Pasaremos! Documental sobre la Guerra Civil Española. Una organización creada por la Comintern, Socorro Rojo Internacional, produjo Niños de hoy, hombres del mañana y, también, La obra del fascismo: bombardeos de Madrid, donde podían observarse los devastadores efectos de la intervención de la aviación enemiga. Esta productora, junto a la Alianza de Intelectuales Antifascistas, llevó a cabo un documental titulado Defensa de Madrid, en el que aparecían los talleres de costura, la recogida de ropa para los soldados del frente o la solidaridad de los intelectuales. Hay un documental muy interesante, La mujer y la guerra, que insiste en la temática de la importancia del trabajo de las mujeres en la retaguardia. Los anarquistas de la CNT/FAI también tomaron la capital como tema central en Madrid, tumba del fascismo, al igual que el bando sublevado haría con la película Cerco y bombardeamiento de la capital de España. Pero no sólo la capital: en Aguiluchos de la FAI por tierras de Aragón. La toma de Siétamo, estrenada en Barcelona el día 3 de Noviembre de 1936 en el Publi Cinema, puede apreciarse el carácter propagandístico si, a continuación, leemos con detenimiento la banda de diálogo
Los camaradas campesinos del pueblo conquistado, libres ya de la opresión y crueldad de los militares fascistas, reanudan las interrumpidas labores veraniegas. Mientras ellos trillan, los milicianos, arma en brazo, vigilan todos los horizontes. Tras la tragedia del combate fiero aparece la estampa de la paz y del trabajo, símbolo de los anhelos del proletario que lucha.
Otro documental titulado Bajo el signo libertario describía el desarrollo de la vida colectiva en Pina de Ebro. Su objetivo era describir y ensalzar los ideales anarquistas, explicando sus ventajas, pero el desarrollo de la Guerra y las disensiones políticas existentes en el seno del Gobierno republicano llevaron en 1937 a establecer la necesidad de constituir un Ejército Popular unificado, algo defendido especialmente desde el Partido Comunista, muy interesado en eliminar a las Milicias Populares, protagonistas de la toma de Siétamo y otras localidades aragonesas en las primeras campañas. Esta situación daría origen a un documental titulado Todo el poder para el Gobierno, producido por el Ministerio de Propaganda y en el que, recurriendo al patriotismo, se pasaba por encima de las muy evidentes discrepancias en torno a los planteamientos militares. Es interesante no olvidar el giro que se produjo a partir de Mayo de 1937, tras los sucesos en los que los anarcosindicalistas vieron disminuir su poder: sus películas abandonaron el adoctrinamiento y la exaltación revolucionaria para mostrar la vida en la retaguardia, tal y como puede observarse en Así vive Cataluña, muy diferente a la titulada Criminales (bombardeos de Barcelona), donde los efectos causados por el primer bombardeo naval sobre la Ciudad Condal el 13 de Febrero de 1937 servían de marco a las proclamas revolucionarias.
Cataluña fue el otro gran centro de producción fílmica republicano. Muy pronto, el 12 de Septiembre de 1936, se creó el Commisariat de Propaganda, del cual dependía el Departament de Cinema y su productora Laya Films, responsable a partir de Marzo de 1937 de la creación de un noticiario (Espanya al día) en el que se visionaban diez noticias diarias que, además, se exportaban en versión francesa e inglesa. Bajo la dirección de Joan Castanyer se elaboraron 28 documentales y 108 noticiarios. Entre los primeros son especialmente destacables Transformació de la industria al servei de la guerra, Conquesta de Terol, Bombardeig de Lleida y el impresionante Catalunya mártir.
Muy pocas películas en el bando republicano, siete en total, fueron el fruto de la iniciativa privada que, en su inmensa mayoría fue marginada. En la zona republicana se estableció por la CNT que las películas que tuviesen un carácter reaccionario o una tendencia a desacreditar los postulados de la libertad y humanidad que se estaban intentando desarrollar no podían exhibirse. Por ello no es extraño que dos películas memorables (Molinos de Viento y Bohemios) producidas por Cifesa (que tendría una sede en el bando republicano y otra en el bando franquista),Consejo Obrero y Ediciones Antifascistas Films, y rodadas durante la Guerra, se estrenaran después de acabada ésta. La razón estaba en que sus argumentos no conectaban con la realidad bélica y, además, estaban aferradas en sus argumentos a un ayer que la revolución proletaria estaba reduciendo a cenizas. Hubo una película, Morena clara, que se exhibió en las dos zonas pero fue retirada por el gobierno republicano al haberse pasado su director, Florián Rey, al territorio sublevado.
Quizá la película más significativa del bando republicano sea la realizada por Antonio Sau y producida por el Sindicato de la Industria del Espectáculo de CNT/FAI en 1937. Su título es Aurora de esperanza y, catalogada dentro del denominado cine social, constituye un retrato del mundo proletario catalán del contexto de preguerra y una formidable crítica a la burguesía de entonces.
A diferencia de lo que ocurrió en el bando republicano, la producción fílmica de carácter privado fue más intensa. Productoras como CIFESA, Films Patria o Films Nueva España pudieron seguir su tarea ya que las empresas no fueron colectivizadas, dirigiendo su actividad hacia lo que había sido siempre, es decir, obtener un beneficio económico. Esto no quiere decir que el gobierno franquista se desentendiese del control sobre las mismas. Así, por ejemplo, en plena Guerra se establecieron unas normas para la censura y, en una Orden ministerial del 2 de Noviembre de 1938, podía leerse que siendo innegable la gran influencia que el cinematógrafo tiene en la difusión del pensamiento y en la educación de las masas, es indispensable que el Estado vigile en todos los órdenes en que haya algún riesgo de que pueda apartarse de su misión. Estas normas procedían de la Junta Superior de Censura Cinematográfica y de la Comisión de Censura, ambas bajo la supervisión del Ministerio del Interior. En ellas, y partiendo de la premisa inicial de que la producción cinematográfica debía perseguir el florecimiento de la industria nacional, no podía ser una actividad exclusiva del Estado. Por ello se establecía que éste había de ejercer la vigilancia y orientación del cine a fin de que sea digno de los valores espirituales de nuestra patria. No puede olvidarse, sin embargo, que el Estado se reservó la producción de noticiarios y documentales que constituían el pase obligado en las salas de cine donde, a partir de Octubre de 1937 y hasta 1940, era obligatoria la audición del himno nacional, en pie y saludando al estilo fascista, mientras en la pantalla, aparecía la imagen de Franco.
Cinco fueron los largometrajes de ficción que Hispano Film Produktion realizó durante la Guerra en el bando franquista, aunque se estrenaron acabada ésta. También llevó a cabo la elaboración de documentales, entre los que hay que hacer obligada referencia a España heroica. Estampas de la Guerra Civil. Co-producida con Alemania, constituye la película más importante desde el punto de vista propagandístico que tuvo la España nacional. Elaborada con material rodado en el propio territorio y con el incautado a los republicanos, más el filmado por corresponsales extranjeros, fue exhibida ante el Comité de No Intervención como prueba del desorden que reinaba en la zona republicana. No fue el único: también son muy destacables Hacia la Nueva España y Reconstruyendo España. Falange Española también realizó documentales propagandísticos, tales como Arriba España o La Reconquista de la Patria. Frente de Vizcaya y 18 de Julio fueron dos de las primeras producciones de la Sección Cinematográfica de Falange. En ellas se desarrollaba la campaña militar en el País Vasco, en el primero, y los actos del primer aniversario de la sublevación en Salamanca, en el segundo. De igual forma, y en la misma línea que los anteriores, es muy destacable el titulado La guerra por la paz, en torno a la celebración del Día de la Raza el 12 de Octubre de 1937. El Requeté Carlista también produjo documentales dignos de mención, tales como Con la Brigada de Navarra o La toma de Bilbao. Y el Estado Mayor del Ejército estuvo tras los títulos de La reconquista de Málaga y Belchite.
El final de la guerra también fue el tema de Reportaje de la liberación de Madrid para el glorioso Ejército español,tema recurrente en La liberación de Madrid, donde la voz en off explicaba: Madrid, erigida en sede del Imperio, se hundió con el poder de las turbas marxistas asesinas… El film acababa con las imágenes de Franco y de José Antonio. Otro ejemplo destacable es El gran desfile de la Victoria, realizado el 19 de Mayo de 1939 y, antes, en el titulado La liberación de Barcelona, se podían ver los primeros días tras la entrada de las tropas franquistas el día 26 de Enero de 1939, documental al que hay que añadir La gran parada militar en Barcelona, con asistencia de Su Excelencia el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, correspondiente al día 21 de Febrero de 1939.
La Guerra Civil Española fue la primera gran victoria internacional del fascismo, pues el cine italiano y alemán se erigieron como los cronistas más brillantes a la hora de contar los triunfos de las potencias del denominado Nuevo Orden. Por ejemplo, cuando el 21 de Octubre de 1937 el frente republicano del Norte fue liquidado, los italianos produjeron un documental titulado El fin del frente rojo republicano en el que los locutores describían de forma despectiva a los soldados enemigos como hordas rojas que solo siembran la anarquía y la muerte. Acompañando estos comentarios aparecían depósitos de gasolina ardiendo, iglesias destruidas y los efectos del hambre en la población. No obstante, la producción italiana y alemana abordó de forma simplificada el contexto social, político y económico del conflicto español. Se insistió más en el argumento de que nuestro país iba a ser la puerta de entrada del terror bolchevique y, por lo tanto, el objetivo era desacreditar al Gobierno de la República. No siempre la producción informativa de los aliados de Franco coincidía con la propaganda oficial del gobierno franquista, especialmente en el poco interés manifestado hacia el propio Ejército y la figura del jefe del Estado. Y, de igual forma, molestaba mucho en las altas esferas del poder radicado en Burgos el tratamiento superficial y descuidado hacia el pueblo español, especialmente en la cuestión religiosa. Finalmente, el trato de favor hacia el protagonismo de Falange Española despertó auténtica indignación en las otras familias del naciente régimen político.
Pero no sólo italianos y alemanes informaron sobre la Guerra. Mientras que estos ensalzaron la resistencia y las victorias del bando que apoyaban, os noticiarios británicos, estrictamente imparciales, junto a los franceses o estadounidenses, no transmitieron la idea de internacionalización del conflicto sino de sus consecuencias a través de imágenes espectaculares y emotivas.
Todas estas maniobras de propaganda y desinformación estaban en la mente de personas y organismos concretos que vieron en la difusión de las imágenes de guerra un tipo de arma muy eficaz. Ocurrió en Catalunya con el Commissariat de Propaganda, con el Gobierno republicano asesorado por los soviéticos y con el Ministerio del interior del Gobierno franquista, aunque queda fuera de toda duda el papel que en esta historia jugó el general Franco.
Como es bien sabido, la relación de éste con el cine era algo más que circunstancial. De hecho fue durante su participación como oficial del Ejército en la Guerra de Marruecos cuando, personalmente, filmó la retirada de la plaza de Xauén. También tuvo tiempo para aparecer en una película comercial titulada La malcasada y, unos días antes del inicio de la sublevación y desde su puesto como comandante general de Canarias, facilitó el rodaje de La bandera, una película sobre la Legión. Se sabe que cuando se produjo el estreno hubo una enorme división de opiniones entre el público pues algunos espectadores aplaudieron enfervorizadamente y otros abuchearon al propio Franco, que asistió al estreno. Ya durante la Guerra, y tras la conquista del Alcázar de Toledo, Franco hizo que se grabaran las imágenes en las que se le ve entrando en las ruinas del edificio y siendo saludado por el coronel Moscardó. Son imágenes de propaganda, en las que Franco aparece como el militar que conquista la plaza cuando, en realidad, fue el general Varela. Pero todo tiene un sentido: la reunión que se iba a celebrar en Salamanca para decidir quién iba a situarse como general en jefe necesitaba un golpe de efecto visual. También puede vérsele en el cinturón de hierro de Bilbao,tras la caída del frente Norte o en el Coll del Moro,durante la Batalla del Ebro. Concentraciones civiles, desfiles militares y actos religiosos contribuyeron a crear una imagen que, en definitiva, no era sino una creación para el mito que el propio protagonista acabó creyéndose, tal y como argumenta Paul Preston en uno de sus libros. Incluso sugirió los temas de alguna película, por ejemplo Prisioneros de Guerra, donde se presentaba a centenares de miembros de las Brigadas Internacionales a los que se trataba con respeto y atención. Hay unas imágenes que son especialmente significativas y que corresponden a un documental titulado Franco en Salamanca. Destinado a ser difundido en el extranjero es interesante detenerse en el siguiente diálogo de una escena donde aparecen su hija, su esposa y él mismo.
Franco: Oye, nena.
Carmen: ¿Qué?
F.: ¿Quieres decirle algo a los niños del mundo?
C.: Bueno, pero ¿qué les digo?
F.: Lo que quieras ¡
C.: Pido a Dios que todos los niños del mundo no conozcan los sufrimientos y las tristezas que tienen los niños que aún están en poder de los enemigos de mi patria, a los que envío un beso fraternal. ¡Viva España!
Si se visualiza esta escena, que está hoy accesible en todas las redes, puede observarse que la hija está leyendo el discurso. Tras numerosos ensayos es Franco quien se lo sabe de memoria, apreciándose cómo mueve los labios y diciendo las mismas palabras que su hija pronuncia.
Los profesores José Maria Caparrós y Magí Crusells son los autores de un soberbio estudio sobre las películas que vio Franco en su particular sala en el Palacio de El Pardo a partir de 1946. Un total de cerca de dos mil treinta y siete películas, a razón de dos largometrajes comerciales por semana y acompañados por el noticiario NO-DO y otros documentales muestran la imagen de alguien que, al igual que hicieron Stalin, Hitler y Mussolini, estaba fascinado por las imágenes en movimiento, tanto que, como aparece reflejado en el estudio publicado al que hago referencia, Orson Wells confesó en una comida con varios periodistas grabada para un programa de televisión lo siguiente:
OW.: Realmente nuestros Jefes de Estado son locos fans del cine. A izquierda y derecha no conozco excepciones. Incluso sé de una Jefe de Estado que era cineasta y les desafiaría a adivinar quién era….Franco. ¿Lo dijo usted?
P.: ¿Hizo películas?
OW.: Sí. Dibujos animados.
P.: ¿Los dibujaba?
OW.: Sí. Franco. El Generalísimo…Yo vi una
P.: ¿Era divertida?
OW.: No, pero la hizo
Franco no fue el único que cayó bajo la fascinación del cine. Hitler veía a diario una o dos películas, normalmente después de cenar. Se sabe que El Gran Dictador provocó sus risas mientras que La Dama de las Camelias le hizo llorar. Mussolini apenas aguantaba un cuarto de hora sin dormirse, sobre todo si la película era de tipo comercial. Y Stalin se distinguió por ser un censor sin límites: las 2.700 películas rodadas antes de 1935 fueron prohibidas. Además, veía todas las películas soviéticas antes de estrenarse, decidiendo sobre cuestiones banales para cualquier comunista como son las relaciones sentimentales y, lo que es aún peor, amenazando con fusilar al director si la película no era de su agrado. Stalin no tenía nada que envidiar a cualquier censor moral de la católica España franquista cuando le reprochó al responsable de programarle las películas que hubiese incluido una donde aparecía una bailarina ligera de ropa. En una sesión celebrada la noche del 28 de Febrero de 1953, en la que se proyectaron algunas películas hasta altas horas de la madrugada, es cuando Stalin sufriría el ataque cerebrovascular que acabaría con su vida. Un final de película.
Bibliografía
- CAPARRÓS, José María-CRUSELLS, Magí. Las películas que vio Franco (y que no todos pudieron disfrutar). Cátedra. Barcelona 2018.
- CAPARRÓS, José María-DE ESPAÑA, Rafael. Historia del Cine Español. TB Editores,. Madrid 2018.
- CRUSELLS, Magí. La Guerra Civil Española: Cine y Propaganda. Ariel. Barcelona 2000.
- DE LAS HERAS, Beatriz. Imagen y Guerra Civil Española. Carteles, fotografía y cine. Síntesis. Madrid 2017
- DÍEZ PUERTAS, Emeterio. Arte, espectáculos y propaganda bajo el signo libertario. España 1936-1939. Laertes. Barcelona 2020.
- SÁNCHEZ BIOSCA, Vicente. Cine y Guerra Civil. Del mito a la memoria. Alianza Editorial. Madrid 2006.