La película es, sin duda, muy interesante, aunque la fórmula extemporánea no acaba de ser del todo convincente, pues los usos y costumbres reflejados en el texto shakesperiano no encajan del todo con lo que intangiblemente transmite una estética urbana contemporánea. Una puesta en escena perfecta para contar la guerra de los Balcanes no siempre es compatible con la solemne dramatización de un conflicto de hace 2.500 años.
ESTRENO
Título original: Coriolanus
País: Estados Unidos
Año: 2012
Dirección: Ralph Fiennes
Intérpretes: Gerard Butler, Ralph Fiennes, Vanessa Redgrave, Brian Cox, Lubna Azabal, Ashraf Barhom, John Kani, Jessica Chastain
Guión: John Logan (Obra: William Shakespeare)
Música: Ilan Eshkeri
Fotografía: Barry Ackroyd
Distribuidora en cine: Emon
Duración: 122min.
Género: Comedia
Estreno en EEUU: 20 de Enero de 2012
Estreno en España: 25 de Enero de 2013
SINOPSIS
El texto de Shakespeare se basa en la vida de Coriolano que narra Plutarco en su Vidas paralelas, y cuenta la historia de este general romano, que en 493 a. C. conquistó la ciudad volsca de Corioli. A causa de su carácter tiránico y por haber prohibido la distribución de trigo a la plebe, fue expulsado de Roma. Se alió con su enemigo, el General en jefe de los volscos, Aufidius (Gerard Butler), y se volvió contra Roma. Se detuvo con sus tropas a las puertas de la ciudad, conminado por su propia madre, Veturia (una inconmensurable Vanessa Redgrave), y por su mujer Volumnia (Jessica Chastain), quienes le convencieron para que firmara la paz. Por esta razón, los volscos lo consideraron un traidor, y lo asesinaron.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas – CinemaNet]
Basada casi literalmente en la tragedia homónima de Shakespeare, Coriolanus es la historia del general Cayo Marcio, apodado “Coriolano”, que, después de haber salvado a Roma de la invasión de los volscos, cae en desgracia y es desterrado. Preso de ira y sediento de venganza, se alía con sus antiguos enemigos y regresa dispuesto a destruir Roma.
La película está ambientada en la actualidad, pero apenas si hay retoques en los diálogos, salvo que la obra de teatro ha sido reducida aproximadamente a la mitad en su adaptación al cine. El resultado es un contraste muy original entre los personajes y sus palabras, soldados del siglo XXI recitando fielmente el texto de la tragedia shakespeariana. El armamento que aparece es el utilizado en conflictos bélicos actuales –tanques, bombas, pistolas, metralletas…–, sin embargo la primera escena presenta una paradoja que ya nos sitúa en el juego de tiempos en que se desarrolla la historia de Coriolano: vemos el brazo tatuado de Aufidio, que está afilando un puñal anacrónico, que será el mismo con el que, en la última escena, matará a Cayo Marcio.
El personaje de Coriolano no tiene la complejidad y profundidad de otros héroes de Shakespeare, como Lear, Otelo o Hamlet. No hay en él ni introspección ni evolución interna –por eso no puede albergar ni sentido de culpa ni arrepentimiento– y sólo se define por la acción. Esta realidad está bien reflejada en la película, aunque, por otra parte, carece del vigor de su identificación con el dios Marte –de naturaleza valerosa y guerrera, pero también protectora–, que, en la tragedia, determina el carácter del general Cayo Marcio.
El resto de los personajes mantienen bien la personalidad trazada por Shakespeare. Desde los tribunos, con traje y corbata, pero que siguen siendo los políticos que utilizan al pueblo en propio beneficio, hasta Volumnia (una magnífica Vanessa Redgrave), la madre, dura e implacable, que utiliza al hijo para saciar sus propios deseos de poder. En la película, como en la obra, Virgilia, la esposa, tiene un papel totalmente desdibujado y, prácticamente, secundario. A lo largo de la historia, está aceptablemente bien reflejada la relación de amor-odio-admiración-envidia entre Coriolano y Aufidio, y queda condensada plásticamente en la última escena, sobrecogedora, con el abrazo emocionado y bañado en sangre.
La obra de Shakespeare es una crónica histórica dura y austera. Fiennes ha sido totalmente fiel a la línea argumental, pero no ha reflejado el tema nuclear de la tragedia, de una gran complejidad moral y política: una reflexión sobre el orden político del Estado. La historia de Coriolano, el dilema sobre su función en el gobierno de Roma, a la que ha prestado grandes servicios, remite a una realidad más profunda. Lo que plantea Shakespeare –y no parece haber captado Fiennes– es la tensión dramática entre quién está legitimado para ostentar la autoridad y en qué modo debe ejercerla, la estructura de los órganos de poder, la organización social y la capacidad del pueblo para la intervención directa en el gobierno del Estado.
En la película, toda esta problemática queda reducida a la imagen de algunas algaradas de una masa insatisfecha, fácilmente manipulable y, por tanto, voluble, y, más indirectamente, a las tentativas de los pobres por rebelarse contra la opresión injusta de los ricos.
La atmósfera está muy bien lograda, nos envuelve en un clima de opresión y angustia, nos sume en la historia de un personaje auténtico en su falta de doblez y capacidad de fingimiento, pero orgulloso e insensible hasta el extremo. Las interpretaciones son dignas del elenco de autores, encabezado por el mismo Ralph Fiennes, y la dirección es correcta y acertada.
Sin embargo, a pesar de su gran calidad, que la ha hecho ya acreedora de varios premios, la película no acaba de atrapar al espectador, porque resulta difícil que pueda identificarse con ninguno de los personajes. Carecen de profundidad y, por tanto, la tragedia
no provoca catarsis. Así es lógico que las dos horas de metraje resulten largas y la historia no despierte emociones ni deje ningún poso ni tema para la reflexión.
[Juan Orellana – Cope]
Las adaptaciones de Shakespeare al cine son ya casi un subgénero. Y dentro de él son diversas las películas que han hecho una transposición epocal actualizando la obra shakesperiana, y situándola en la historia contemporánea, como hizo en 1995 Richard Loncraine con Ricardo III. Otros, como Kurosawa con Ran, trasplantaban la obra teatral al Japón medieval. En otros casos se ha combinado con difícil equilibrio la fidelidad teatral con las vicisitudes contemporáneas, como Looking for Richard (Al Pacino, 1996) o la reciente César debe morir (Hermanos Taviani, 2012). Coriolanus mantiene la fidelidad a este texto menor de Shakespeare, y cambia únicamente el tiempo histórico. Roma es Roma, los volscos son los volscos y el Senado es el Senado, pero la dirección artística es contemporánea: tanques hacen las veces de caballos, el foro público es un plató de televisión y las ametralladoras hacen el papel del gladius. Al frente de este singular experimento está Ralph Fiennes, como director y como protagonista.
El texto de Shakespeare se basa en la vida de Coriolano que narra Plutarco en su Vidas paralelas, y cuenta la historia de este general romano, que en 493 a. C. conquistó la ciudad volsca de Corioli. A causa de su carácter tiránico y por haber prohibido la distribución de trigo a la plebe, fue expulsado de Roma. Se alió con su enemigo, el General en jefe de los volscos, Aufidius, y se volvió contra Roma. Se detuvo con sus tropas a las puertas de la ciudad, conminado por su propia madre, Veturia (una inconmensurable Vanessa Redgrave), y por su mujer Volumnia, quienes le convencieron para que firmara la paz. Por esta razón, los volscos lo consideraron un traidor, y lo asesinaron.
La película es, sin duda, muy interesante, aunque la fórmula extemporánea no acaba de ser del todo convincente, pues los usos y costumbres reflejados en el texto shakesperiano no encajan del todo con lo que intangiblemente transmite una estética urbana contemporánea. Una puesta en escena perfecta para contar la guerra de los Balcanes no siempre es compatible con la solemne dramatización de un conflicto de hace 2.500 años. Por otra parte, Ralph Fiennes tiende a sobreactuar la brutalidad del Coriolano, que contrasta en exceso con la sobriedad menos teatral de su antagonista Gerard Butler. No obstante, la lucidez de la obra de Shakespeare a la hora de diseccionar la ambición humana, la filiación, la venganza y el perdón es suficiente para sostener la película en pie en sus momentos de mayor debilidad. La cinta tiene algunos momentos memorables, como la escena de Veturia pidiendo clemencia, que puede engrosar la lista de las mejores adaptaciones shakesperianas del cine.
¡Debate esta película en nuestros foros!