Nueva campaña electoral: la segunda en demasiados pocos meses. Ante la desidia que acecha al espectador incauto y el hastío por unos políticos más centrados en mantener a toda costa un tanto por ciento de votos en lugar de unir fuerzas por el bien común, el cine nos recuerda que la política también puede ser otra cosa. Los políticos de esta lista son ficticios, sí, pero también nos permiten recuperar la fe en la «cosa pública». Ahora bien, ¿quién es el mejor? Ustedes deciden.
[Guille Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
La realidad inmediata nos ofrece cuatro opciones mayoritarias: azul, rojo, naranja y morado se disputarán el ‘trono’ presidencial el próximo 26 de junio. Inmersos en una nueva campaña electoral en la que, como siempre, los candidatos se disparan unos a otros como si estuviesen en OK Corral, cabe echar la vista atrás hacia la Política, así con mayúsculas.
Ante el crecimiento de la desafección política -no lo digo yo, lo dice el CIS– y de que cada vez más la lucha partidista aparece a ojos de la ciudadanía rasa como un combate enconado pero alejado del suelo, volver a lo básico parece una necesidad. Los griegos sí sabían lo que se hacían: al fin y al cabo, ¿qué es la politikos sino la gestión de la polis, la orientación de la sociedad hacia el bien común?
Ya lo decían Platón y Aristóteles, iniciando una línea de reflexión que -lamentablemente- parece más presente en la ficción de la gran pantalla que en la cotidianeidad de la rueda informativa constante del noticiario. Pero, ¿cuál es el mejor de todos ellos? Aquí les presentamos un listado no exhaustivo de políticos -íntegros y preocupados por el common good– de la historia del celuloide que tendrían una o dos cosas que enseñarles a los Rajoys, Sáncheces, Riveras e Iglesias.
Nelson Mandela (en “Invictus”)
“Soy el dueño de mi destino, soy el capitán de mi alma”. ¿Les suena? El poema de William Ernest Henley está ya tan ligado en el imaginario popular a la figura de Madiba como las sabias facciones de Morgan Freeman. No es para menos tratándose de un film de tono hagiográfico que presenta a Mandela como un presidente intachable y humilde: su afán por dejar atrás las heridas del pasado y de superar el apartheid le aleja del revanchismo y le hace apostar por un equipo mixto de blancos y negros para unir al país. Liderazgo, carisma, preocupación sincera por su país y voz aterciopelada, ¿qué más es necesario?
Jeff Smith (en “Caballero sin espada”)
De Frank Capra se suele decir que es un director naif, que rodaba historias bonitas que acababan siempre demasiado bien. “Caballero sin espada” -o “Mr Smith goes to Washington” en su versión original- sigue esta línea y narra la historia de Jefferson ‘Jeff’ Smith (James Stewart), un ex boy scout que llega a ser senador como parte del plan de otro poderoso senador. El valor como modelo de Smith es que, a pesar de verse asediado por los tiburones que secuestran la democracia, no pierde el ánimo y lucha hasta el triunfo final contra la corrupción que le rodea.
El barbero (en “El gran dictador”)
De acuerdo, esta es un poco hacer trampa porque este personaje sin nombre de la célebre película sonora de Charles Chaplin no es un político, sino -como reza su apelativo- un peluquero judío víctima del régimen ‘nazi’ de Adenoid Hynkel. Sin embargo, debido a su parecido físico con el dictador del título -no en vano, Chaplin interpreta los dos papeles-, hay en el film una escena en la que pronuncia una arenga que se suele incluir en todos los recopilatorios de “Los mejores discursos del cine” y que hace que este anónimo trabajador entre por derecho propio en esta lista.
Andrew Shepherd (en “El presidente y Miss Wade”)
En esta lista no puede entrar el modélico presidente Josiah Bartlet –“El ala oeste de la Casa Blanca” es una serie de televisión-, pero la visión idealista y quijotesca de la política como un ejercicio noble que Aaron Sorkin derrama a lo largo de siete temporadas merece una mención. Así pues, siguiendo a María Antonieta, si no tenemos pan, bueno será Andrew Shepherd, el buen presidente con las facciones de Michael Douglas que perseguía a la Miss Wade del título en esta comedia romántica con guion de Sorkin. La mejor explicación de por qué está en esta lista la da el célebre crítico Roger Ebert cuando dice de ella que “de todas las emociones que “El presidente y Miss Wade” redescubre, una de las mejores es el simple afecto por la presidencia”.
Woody (en “Toy Story 3”)
Sí, de acuerdo, es un vaquero de juguete, pero bajo la felpa de este sheriff se esconde un líder nato. Podríamos haber escogido su papel en cualquier entrega de la trilogía, pero tal vez sea en “Toy Story 3” -la constatación de que terceras partes hechas con mimo sí pueden ser una buena idea– donde su condición política brilla más. Lo hace por contraposición: frente a la férrea distopía que el malvado oso de peluche rosa Lotso -sí, a Pixar le gusta la ironía en la composición de personajes- ha impuesto en la guardería Sunnyside, donde una clase privilegiada oprime a los débiles y encierra a los opositores, la figura de Woody reluce aún más por cuanto antepone los intereses del grupo a los suyos propios. Ejemplo de ello es el momento en que renuncia a la cómoda seguridad de la casa de Bonnie por volver al campo de batalla a rescatar a sus compañeros a pesar del riesgo mortal que le aguarda allí. Nada mal para un vaquero con una serpiente en la bota…
Abraham Lincoln (en “Lincoln”)
Decía en su crítica publicada en CinemaNet Jerónimo José Martín que “otro acierto del guión es que muestra los entresijos de la política de Lincoln de un modo bastante neutral, sin caer en la hagiografía ni en el cinismo, remarcando la enorme talla moral y política del presidente —firme y generoso a la vez con los confederados— (…) y subrayando acertadamente las profundas motivaciones cristianas de los defensores de la abolición de la esclavitud y su habitual invocación al derecho natural, frente al frío positivismo y a la confusa religiosidad de sus oponentes”. Steven Spielberg tras la cámara, Daniel Day Lewis delante de ella y un político ejemplar pero humano en medio.
Harvey Dent (en “El caballero oscuro”)
Antes de volverse un psicópata desquiciado por los tejemanejes del Joker, el electo fiscal del distrito Harvey Dent (Aaron Eckhart) es un modelo para cualquier servidor del orden público. El rasgo que más destaca en el “caballero blanco de Gotham”, como le llaman algunos haciendo parodia de cierto vigilante enmascarado con gusto por los roedores alados, es su inagotable valentía. En una ciudad que tiene más de cloaca que de hogar, Dent echa el resto y tira adelante una cruzada contra el crimen que asola la ciudad, luchando contra la corrupción con un tesón insólito en el panorama político de nuestro país. Y todo sin esconderse tras una máscara de murciélago.
Julio II (en “El tormento y el éxtasis”)
Una capacidad fundamental en el buen gobernante -y, en realidad, en la vida de cualquiera- es aprender a reconocer humildemente las propias limitaciones. En un siglo XVI en el que el Vaticano tenía tanto de potencia militar como autoridad religiosa -a Julio II le llamaban el Papa Guerrero por la actividad política y militar de su papado-, este pontífice (aquí con la cara de Rex Harrison) supo ser una hormiga a lomos de un gigante y aceptar con humildad las veleidades del pintor que le decoraba el techo. Aunque claro, tal vez que el nombre de este fuera Miguel Ángel y la estancia cuya bóveda pintaba se llamara Capilla Sixtina ayudó un poco…
Goldie Wilson (en “Regreso al futuro”)
Se imaginan la escena: como quien no quiere la cosa han viajado al pasado dentro de un DeLorean equipado con un extraño cachivache que por lo visto condensa el fluzo -sea lo que sea eso- y, al entrar en una cafetería, se encuentra con el alcalde de su ciudad como un joven y entusiasta camarero que asegura que se convertirá en alguien importante. Pues eso es lo que, como sabemos, le ocurrió a Marty McFly (Michael J. Fox) en el primero de sus trayectos a través de la historia de Hill Valley. Y como el tesón, la ilusión y la confianza en uno mismo –además de ser negro en unos EEUU todavía más racistas de lo que están dispuestos a admitir- son rasgos fundamentales de un buen líder, y por eso el buen Goldie Wilson merece su puesto en esta lista.
Padmé Amidala (en “Star Wars. Episodio III: La venganza de los sith”)
A George Lucas le han dado por todas partes por los episodios del uno al tres -excepto algún irreductible al invasor–,. Pero hay que reconocerle valor en introducir una compleja subtrama política a lo que comenzó como una space opera sin demasiadas pretensiones: la senadora de Naboo Padmé Amidala (Natalie Portman) es fruto de unir estas dos corrientes. Es valiente y noble, se preocupa por su pueblo y sobrevive al ataque de una cazarrecompensas galáctica. También le debemos una de las frases más recordadas de la trilogía, cuando el senador Palpatine asume el poder de emperador entre los vítores del Senado: “así es como muere la libertad, con un estruendoso aplauso”.
Théoden (en “El señor de los anillos: el retorno del rey”)
El rey de Rohan no destaca por ser un personaje especialmente original -en realidad responde al arquetipo fantástico de rey guerrero y bien podría haber sido sustituido en esta lista por Aragorn, Aslan o cualquier otro monarca de esos mundos habitados por dragones-, pero es interesante por su transformación. El proceso de redención o exorcismo que le practica Gandalf con la vara como bisturí muestra el cambio entre el egoísmo encerrado y el honor entregado. Théoden no será excepcional, pero no se le puede negar el valor como líder político al comandante de los Eorlingas mientras galopa al auxilio de Gondor.
Estos son los contendientes, ¿quién es el mejor? Decídanlo en los comentarios:
Goldie Wilson! El Obama de Hill Valley 🙂
Guille ¡Muy oportuno e interesante este trabajo! a ver si ayuda a mejorar al político/ o políticos que nos toquen…