Sinopsis
La gruta de Lourdes es tocada por decenas de millones de personas que han dejado impregnada la huella de sus sueños, de sus esperanzas y de sus penas. Es un refugio para los peregrinos que se desnudan, en el sentido literal de la palabra, cuando se meten en las piscinas cuyas aguas son consideradas por muchos de ellos como milagrosas.
Crítica
Lourdes | Una espiritualidad táctil
Lourdes abre con una caricia. Con muchas, en realidad: decenas de manos acarician la piedra negra de la gruta que sostiene el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes. Esta primera secuencia del film es una declaración de intenciones; con ella los cineastas Thierry Demaizière y Alban Teurlai plantean una de las claves de su película: el sentido del tacto. O, dando un paso más, la mística del tacto.
Un poco de contexto. En Lourdes, Demaizière y Teurlai siguen a una decena de peregrinos que acuden al santuario enclavado en el Pirineo francés buscando un refugio para sus heridas. Un padre con dos hijos enfermos, una niña que sufre acoso escolar, un hombre que se trasviste y se prostituye en las calles de París… La película es un documental, pero en ella no hay un narrador omnisciente que ofrezca fechas o datos: las únicas voces que escuchamos son las de sus protagonistas.
“Venimos a Lourdes porque aquí podemos ser nosotros mismos”, dice otro de los protagonistas del film, un hombre que sufre una enfermedad degenerativa incurable. Su historia se entreteje con las demás en una película contemplativa y -vuelvo al inicio- eminentemente táctil. Con esto me refiero a que Lourdes se construye con las manos: manos que alzan sillas de ruedas, manos que sostienen otros brazos.
También las manos de un padre aferrándose al peluche de su hijo. Las de una voluntaria que levanta los pechos caídos de una anciana en la ducha para aliviarla. Las de tres amigos que abrazan a un cuarto después de que diga su primera palabra en meses. Ni Demaizière ni Teurlai son creyentes, pero en Lourdes retratan una experiencia de fe profundamente cristiana; es decir, encarnada.
“En Lourdes ves a las mismas personas que seguían a Jesucristo hace 2.000 años: prostitutas, pescadores y lisiados”, dice otro de los protagonistas del documental, un miembro de una caravana de peregrinos gitanos. “La gente no va al santuario buscando un milagro, sino para que les miren como personas”, señalan los cineastas en una entrevista publicada en El Debate.
Lourdes es una película incómoda, genera una feliz vibración en el interior. “Los pobres nos molestan, son un inconveniente para volver a una vida más despreocupada”, se escucha en el documental. Yo vi el documental con mi mujer, y cuando íbamos por la mitad, tras haber visto la profunda fe de los peregrinos, y la entrega desinteresada con la que son tratado, me lanzó un desafío: “Ahora tenemos la opción de dejar que esta película nos impacte o seguir como siempre”.
Lourdes, en definitiva, es una película que recomiendo a todo el mundo, aunque no es una película satisfactoria; el metraje termina sin que apenas ninguna de las historias alcance una resolución. Muchas tienen planteamiento y nudo, pero no desenlace. Tal vez, pienso, es una invitación a continuarlas nosotros, peregrinos audiovisuales al santuario francés. A encarnar, cada uno desde su lugar y sus circunstancias, la inquietud y el Evangelio.
Ficha técnica

- Título Original: Lourdes
- Dirección: Thierry Demaizière, Alban Teurlai
- Guión: Thierry Demaizière, Jeanne Aptekman, Sixtine Léon-Dufour, Alban Teurlai
- País: Francia
- Año: 2019
- Duración: 91 min min.
- Género: Documental
- Interpretación: (Documental)
- Productora: Falabracks, Mars Films. Distribuye en España: Bosco Films
- Música: Pierre Aviat
- Fotografía: Alban Teurlai
- Estreno en España: 16 de septiembre 2022