[Guillermo Callejo – Colaborador de CinemaNet]
Nos mostró la Luna desde una bicicleta volante, nos llevó a las costas normandas a bordo de un acorazado, nos mostró las fauces de un Tyrannosaurus rex y nos trasladó hasta la Polonia de la Segunda Guerra mundial de la mano de un empresario alemán. Pocos directores pueden enorgullecerse de tener varias de las mejores películas de todos los tiempos.
Steven Spielberg se incluye en ese selecto grupo sin ninguna duda. Ha encandilado a medio mundo con un puñado de obras maestras verdaderamente inolvidables. Pero al echar un vistazo a su filmografía comprobamos, con cierto pesar, que su destreza y su arte parecen haber mermado durante los últimos años a cambio de un cine más comercial y, en muchos sentidos, simplón.
La carrera de Spielberg avala su reputación se mire por donde se mire. Inició su andadura con una serie de cortos a principios de los años sesenta, y en cuanto cumplió la mayoría de edad se atrevió con su primer largometraje, Firelight, una historia de ciencia-ficción que finalmente se proyectó en un cine de Phoenix. No tardó en iniciar estudios universitarios en cinematografía en California, aunque los dejó inconclusos por un tiempo, y hasta 2002 no los culminó. Con Amblin’ (1968) se ganó el interés de Universal. Desde ese momento se dedicó a series y cortometrajes. Pero en 1971, cuando dirigió El diablo sobre ruedas, un telefilme que había dispuesto de muy poco presupuesto, todo cambió. Sorprendió a la crítica y a cuantos la vieron. En mi opinión, es una obra soberbia, tanto por las dosis de suspense memorable como por la sencillez de la trama. Un coche y su conductor, un camión y su desconocido dueño… y una carretera. Nada más. Noventa minutos de pura tensión.
Aquel fue uno de los puntos de inflexión del director, pues enseguida rodó la alocada -valga la redundancia- Loca evasión (1974), con Goldie Hawn al frente. Aquella comedia en realidad puede entenderse como un paréntesis en el brillante sendero artístico del cineasta, porque un año más tarde, en 1975, estrenó Tiburón, un filme contundente y poderoso donde los haya. No sé a cuántos niños, jóvenes e incluso adultos habrán quitado la paz varias secuencias del temible escualo atacando a sus presas con sanguinaria insistencia. Y no sé si atribuir ese miedo al efecto de la batuta de John Williams en nuestros oídos, a los planos angulosos urdidos por Spielberg o al terror afincado en los ojos de Richard Dreyfuss, Roy Schreider y Robert Shaw.
Spielberg se sirvió nuevamente de Dreyfuss para filmar Encuentros en la tercera fase (1977), otra brillante película de ciencia ficción -¿quién se ha olvidado de las notas musicales del piano?- que confirmaba a Spielberg como un realizador serio y sólido. No en vano Truffaut aceptó coprotagonizarla. Pero aquí hubo un breve receso en la genialidad del artista, cuyos dos siguientes largometrajes, 1941 y Locos por ellos (sólo la produjo) tuvieron una pésima acogida. Eso sí, pronto llegaron En busca del arca perdida (1981) y E.T., el extraterrestre (1982). Hablar sobre ellas peca casi de temerario, pues no hay televidente que no las haya visto y no se haya emocionado y quedado cautivado con ambas historias, tanto con Indiana Jones como con Elliot y la graciosa criatura extraplanetaria. Las cifras, por otro lado, lo dicen todo: E.T. alcanzó, en su momento, el primer puesto en la lista de películas con mayor recaudación de la historia del cine.
Y a partir de aquí se sucedieron diez años verdaderamente gloriosos para Spielberg. Estuvo tras las cámaras de otras dos amenísimas entregas de Indiana Jones, El templo maldito (1984) y La última cruzada (1989), y de obras dramáticas y profundas como El color púrpura (1985) y El imperio del sol (1987). Las cuatro eran de temática variada, recurrían a personajes muy bien interpretados y constataban la pericia cinematográfica del director. Además, por aquel entonces también se introdujo de lleno en el campo de la producción, algunos de cuyos frutos fueron, por ejemplo, Poltergeist (1982), Gremlins (1984), Los Goonies (1985), Regreso al futuro (1985), ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988) y Aracnofobia (1990).
Eso sí, la década por excelencia no fue la de los ochenta, sino la siguiente, cuando Spielberg demostró al mundo entero su portentosa valía como director. Y si bien es cierto que Hook (1990) fue un intento fallido de rescatar la historia de Peter Pan -aunque a mí, personalmente, la historia me encante y la banda sonora me encandile-, con Jurassic Park (1993) dio una lección magistral sobre buen cine e hizo alarde de unos efectos especiales impresionantes. En ella, además de servirse de la técnica conocida como stop-motion, se atrevió a mezclar los efectos digitales con actores y escenarios reales -recurso denominado live-action– a fin de recrear ante nuestros ojos un apabullante mundo de dinosaurios. Pero es que La lista de Schlinder (1993), sacada a la luz ese mismo año, es aún mejor. Y apenas cinco años después, en 1998, estrenó Salvar al soldado Ryan, que constituyó el colofón de una serie de películas sensacionales, sobre las cuales haría falta más de un libro para abarcarlas, explicarlas y criticarlas.
Desde mi punto de vista, a partir de ese momento la calidad de las películas de Spielberg varía ostensiblemente. Primero se encarga de A.I. Inteligencia Artifical (2001), consumando así un proyecto que tenía en mente Kubrick. Algunas críticas han sido tajantes, unas para condenarla y otras para elogiarla, a la hora de juzgar filmes como A.I., reconociendo sin ambages sus aciertos pero dejando claro también sus notables errores. Y lo mismo ha ocurrido con Atrápame si puedes (2002), La terminal (2004), La guerra de los mundos (2005) o Munich (2005): filmes loables, igual o mejores que la media, por supuesto, y entre los cuales quizá sobresalga Minority Report (2002), pero a fin de cuentas no son tan pretenciosos ni admirables como los anteriores de Spielberg.
Lo cierto es que más allá de las percepciones de los críticos, cuya opinión, en último término, es siempre discutible, están asimismo aquellas personas que han acusado a Spielberg de tergiversar la historia general de sus obras. Un largometraje de tanto prestigio como La lista de Schlinder ha sido atacada recientemente por Claude Lanzmann, el director de Shoah -una producción acerca del Holocausto judío-, para quien la trama de la película no es rigurosamente exacta, de tal manera que el espectador acaba forjándose una idea equivocada de cuanto ocurrió allí.
Esperemos que su proyecto más inmediato, el de Las aventuras de Tintín: el secreto del Unicornio, a su vez producido por Peter Jackson, le saque de su letargo, logre satisfacer el deseo de Hergé, quien veía a Spielberg como el mejor cineasta para llevar a la gran pantalla a su personaje, y recupere la aprobación unánime del público.
Se podrían escribir páginas y páginas en torno a Spielberg y su trabajo, así como sobre su legado a la historia del cine. Tiene incluso un directorio propio en Internet. Ha estado tan influido por un sinfín de cineastas y ha cultivado tal cantidad de géneros, que incidir en todos ellos conllevaría más espacio del oportuno. Llaman la atención, en cualquier caso, dos cuestiones: su cuidado tratamiento de la familia y la infancia -no importa el género de la película en cuestión- y el ritmo narrativo de sus historias. Con Spielberg todo fluye: desde las relaciones entre padres e hijos y entre marido y mujer, hasta el desenlace de una trama vertiginosa e indeleble… dos componentes que últimamente han brillado en su filmografía por su ausencia o deterioro. Confiemos en que el aparente declive sea eso: una mera tregua.
guillermo en el recorrido de las peliculas de spielberg te olvidaste de siempre de 1989 con richard dreyfuss,holly hunter,john goodman y audrey hepburn.
siempre criticada y olvidada para mi injustamente.unas de las pocas peliculas que me trasnmiten algo magico sin tanto efecto especial ni violencia solo la musica de williams ,la fotografia,los ambientes me producen una paz y relajo que no me dan otras pelis,es como una sensacion de paz de trsmitir buenos sentimientos a veces dejando los propios de lado.es rara por eso es unica.
Perdón por la tardanza en la respuesta. Muy cierto lo que apuntas. Y lo siento. Quizá haya una razón -que no excusa- para explicar la carencia: no he tenido la suerte de ver 1989. Este fin de semana la veo sin falta.
En cualquier caso, muchas gracias, Manuel.
Bien, bien Guillermo. Me gusta leer artículos como este que resumen algo que no está nunca de más saber. Un compendio bien estructurado. Ahora conozco más y mejor al padre de E.T. Y sé que muchas de las películas que me han gustado, son de la misma familia.
como éste