Entretenida parodia de la mafia en la que ni la historia ni el valioso elenco logran superar las constantes fluctuaciones de tono entre la comedia y el cine de gángsters. Una oportunidad desaprovechada, pero que divertirá a los aficionados de ambos géneros.
ESTRENO Título original: The family. |
SINOPSIS
Un capo de la mafia y su familia se trasladan a un tranquilo pueblo en Francia, llevados ahí por el programa de protección de testigos, tras dar información a las autoridades sobre la mafia. A pesar de los esfuerzos del agente Stansfield por mantenerlos a raya, Giovanni Manzoni, su mujer Maggie y sus hijos Belle y Warren, no pueden evitar recaer en viejas costumbres al lidiar con sus problemas al estilo de la “familia”. Todo se complica cuando los antiguos compinches intentan localizarlos para ajustar cuentas.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Giovanni Manzoni (Robert De Niro) es un capo de la mafia italoamericana, que delató a varios de sus compañeros de andanzas. Así que él, su esposa Maggie (Michelle Pfeiffer) y sus dos hijos adolescentes —Belle (Dianna Agron) y Warren (John D’Leo)— trasiegan de ciudad en ciudad europea, cobijados por el programa de protección de testigos del FBI, que en su caso supervisa el sufrido agente Stansfield (Tommy Lee Jones). Ahora se instalan como la familia Blake en un pequeño y tranquilo pueblo de Normandía (Francia). Pero enseguida chocan con las costumbres del lugar, y comienzan a resolver sus problemas al más clásico estilo de “la familia”. Mientras tanto, los antiguos compinches de Giovanni intentan localizarles para ajustar cuentas con ellos.
En esta adaptación de la novela de humor negro “Badfellas”, del francoitaliano Tonino Benacquista, el prolífico productor, director y guionista parisino Luc Besson (“León, el profesional”, “El quinto elemento”, “Juana de Arco”, “Arthur y los Minimoys”) ha contado con un reparto de lujo y con Martin Scorsese como productor ejecutivo. Todos los actores están bastante bien, dentro del premeditado histrionismo de sus interpretaciones. Además, resultan divertidos varios golpes de humor sobre las diferencias entre franceses y estadounidense, y otras cuantas situaciones paródicas —incluido un hilarante homenaje a “Uno de los nuestros”, de Scorsese— en torno al subgénero fílmico de mafiosos y, en concreto, al carácter icónico del propio Robert De Niro dentro de él.
Pero —quizás por una cierta falta de medios— la puesta en escena de Besson no tiene la fluidez y brillantez visual que debería. Además, el guión de Michael Caleo y el propio director desaprovecha varios hilos argumentales —la obsesión de Giovanni por escribir sus memorias, sus relaciones de amor-odio con el agente Stansfield…—, alarga otros sin demasiado interés —la confesión de Maggie con el cura del pueblo, el romance de Belle con uno de sus profesores…— y, sobre todo, no siempre resulta convincente en su constante fluctuación de tono, de la comedia gamberra al drama familiar y, de éste, al thriller de gángsters. También pesan unos cuantos diálogos y pasajes groseros, así como la tarantiniana violencia brutal de algunas escenas, aunque ésta se atenúa con el tono cómico del conjunto.
Queda así una película ligera e irregular, que divertirá a los cinéfilos y a los aficionados al cine de mafiosos, pero que no pasará a la historia ni de este género ni de la comedia. Desde luego, funcionaba mucho mejor como parodia “Una terapia peligrosa”, de Harold Ramis, con un planteamiento similar al de “Malavita”. Ésta se parece más a la secuela de aquélla, la decepcionante “Otra terapia peligrosa ¡Recaída total!”, también de Ramis.
[Enrique Almaraz, Colaborador de CinemaNet]
A la adaptación cinematográfica de la novela humorística sobre la mafia “Badfellas” —título que hace un juego de palabras con “Godfellas”—, escrita por Tonino Bellacquista, le sucede lo mismo que al famoso arqueólogo de Spielberg y Lucas: la llamaron como al perro. Chascarrillo o curiosidad aparte y volviendo a la presente película de Luc Besson, cabe decir que desaprovecha una semilla prometedora y divertida para recaer en el empleo de recursos fáciles sin estilo ni ritmo satisfactoriamente definidos.
Giovanni Manzoni es un mafioso que, después de declarar contra los suyos, se ve obligado a refugiarse junto a su mujer y sus hijos en Normandía, bajo el programa de protección de testigos. Nuevo nombre —Fred Blake—, nueva vida sedentaria, pero en el fondo, las mismas costumbres de siempre, tanto en él como en los demás componentes de su familia. Mientras tanto, la oposición ha puesto precio a su cabeza y removerá cielo y tierra hasta encontrarlo.
No hay duda de que un argumento así podría haber explotado buenas posibilidades humorísticas en el trazado de los personajes, el contraste cultural o la nueva forma de vida, más aún si se tiene en cuenta el poderoso reparto reunido. Robert De Niro es su protagonista, gustoso sin duda de la autoparodia —hasta existe mención explícita a “Uno de los nuestros”, emblema de su filmografía y del también aquí presente, como productor ejecutivo, Martin Scorsese—; Michelle Pfeiffer, siempre cómoda en roles cómicos, encarna a su esposa y Tommy Lee Jones, al agente Stansfield, su custodio. Por su parte, Dianna Agron y John D’Leo interpretan a los vástagos, aún más Manzoni que Blake. Se nota que todos se lo han pasado bien: los jóvenes, con unos personajes a medio camino entre las series juveniles y las ligeras películas destinadas a un público coetáneo y los adultos, con la tranquilidad que da tener los deberes hechos… desde hace años.
Falta, no obstante, engranaje en general: del mismo modo que Giovanni no termina por acomodarse a su reclusión forzosa, tampoco el espectador a la imagen de Robert De Niro como patán desaliñado. La veteranía del elenco le permite cumplir sin apenas bajar a la arena pues incluso con el piloto automático aseguran oficio, pero insuficiente.
Argumentalmente, la película basa buena parte de sus golpes de humor en las diferencias culturales entre americanos y franceses. Fuera de éstos, medianamente eficaces a la vez que exagerados son también los métodos mafiosos marcados a fuego en el comportamiento de la familia. Después, solamente quedan leves chispazos, petardos de poco alcance, burdos o demasiado facilones. Que el comodín o palabra conductora sea malsonante dice poco de su cuidado.
Comedia de poca gracia, film de gángsters… la película se muestra confusa y bastante perdida entre ambos géneros, sin terminar de dar con la tecla precisa. Al final no es ni mucho de una cosa ni de la otra, con lo cual resulta descompensada. Una salida fácil y apropiada sería decir de ella que es una comedia entretenida, así que, si la decisión para sentarse a verla no pasa de ese simple entretenimiento, sin mayor exigencia que la evasión a unos intérpretes de sobrada valía y capaces de dar mucho más con facilidad, la valoración levanta la mano y admite cierta benevolencia para tildarla de comedia distraída. Sin más.
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