Sinopsis
En un intento desesperado por alcanzar Europa y agazapados ante una pista de aterrizaje en Camerún, un niño de seis años y su hermana mayor esperan para colarse en las bodegas de un avión. No demasiado lejos, un activista medioambiental contempla la terrible imagen de un elefante, muerto y sin colmillos. Al norte, en Melilla, un grupo de guardias civiles se prepara para enfrentarse a la furibunda muchedumbre de subsaharianos que ha iniciado el asalto a la valla.
Crítica
Una molesta llamada
El segundo film de Salvador Calvo, Adú, nace de un viaje que éste hizo a Canarias para el rodaje de 1898. Los últimos de Filipinas; allí conoció de primera mano la situación de los menores inmigrantes ilegales que llegaban a nuestro país.
Adú se estructura como un tríptico de narraciones con un punto de partida y de llegada comunes: la valla de la frontera de Melilla. En torno a ese punto son tres las historias, inconexas en principio, que confluyen geográficamente al final del film.
La primera historia es la de un guardia civil con problemas de conciencia (Álvaro Cervantes) que, rechazando una entrada masiva de inmigrantes ilegales, es testigo de la muerte accidental de un africano cuando un compañero repele con su porra al colectivo. La segunda es la de un activista medioambiental (Luis Tosar) que lucha contra la caza ilegal de elefantes y que recibe a su hija (Anna Castillo), que vive un importante desequilibrio emocional marcado por el uso de drogas y sus devaneos afectivos.
La tercera historia, que es la que articula las otras dos, es la de Adú (Moustapha Oumauru), un niño camerunés que tiene que escapar junto con su hermana para huir de la violencia de su tierra y llegar a la soñada Europa. La historia de esta criatura es la realmente importante. A su lado, las otras dos (la del guardia civil y la del ecologista) palidecen y no tienen tanto interés.
El Vía Crucis que vive Adú es estremecedor. Cuando aparece su historia en la pantalla, la intensidad del film es terrible. Las penurias de tantas personas que se ven obligadas a huir del miedo y la miseria buscando un futuro de paz son retratadas con la fuerza de la narración conmovedora del éxodo de este pequeño.
Salvador Calvo va describiendo, a través del largo camino de Adú, el horror al que miles de personas se ven sometidas buscando un refugio mientras en Europa se mira hacia otro lado. La selva, los narcotraficantes, las mafias, el desierto, la prostitución, las ONGs, el mar, las tripas de los aviones, los barcos miserables…todo ese mundo de dolor y esperanza va desfilando en la pantalla de forma estremecedora. El espectador es consciente que lo que ve no es una narración de terror sino una realidad actual y silenciada. La huida de Adú nos hace ver que el infierno existe cerca de nosotros…el infierno está junto a un supuesto paraíso cerrado por una valla.
Las otras dos historias sólo encuentran sentido a la sombra de la del pequeño camerunés. Ambas historias obligan al espectador a hacerse preguntas. La historia de Tosar y su hija nos hace preguntar ¿Cuáles son las preocupaciones de los jóvenes en nuestra cultura europea? ¿No es hipócrita una protección de la Naturaleza cuando se olvida la protección del ser humano? ¿Qué sentido de familia, qué valores son los que están marcando en una cultura postmoderna marcada por el individualismo? ¿De qué nos quejamos en este Primer Mundo, rico en bienes y pobre en sentido? En este sentido, resultan interesantísimas las quejas y reivindicaciones burguesas del personaje interpretado por Anna Castillo.
Los conflictos morales del guardia civil también nos llenan de preguntas: ¿qué solución política tiene este problema? ¿No deberían nuestros Estados invertir en el Tercer Mundo? ¿Qué responsabilidad tiene el Norte con la explotación del Sur? ¿Es moral la venta de armas a estos países para que siga siendo fuente de ingresos entre nosotros? ¿No son también víctimas de un sistema injusto los guardias que están en las fronteras? ¿Son éticas las devoluciones en caliente? ¿No son insultantes los sueldos de muchas personas en nuestro primer Mundo?
Todas estas preguntas y muchas más se las puede hacer el espectador viendo al pequeño protagonista Moustapha Oumauru, un auténtico descubrimiento. Su presencia en la pantalla es absolutamente deslumbrante. Sus ojos reflejan todo el horror, la pena, la esperanza y la ternura de una criatura de cinco años. En la mirada del pequeño Adú nos mira el Tercer Mundo y esa mirada hace que nos sintamos interrogados y hasta avergonzados.
Adú es una película tan incómoda como necesaria, tan terrible como hermosa, tan descarnada como pedagógica. Cine didáctico y de calidad. Una molesta llamada a la solidaridad.
Ficha técnica
- Título Original: Adú
- Dirección: Salvador Calvo
- Guión: Alejandro Hernández
- País: España
- Año: 2020
- Duración: 119 min min.
- Género: Drama
- Interpretación: Luis Tosar, Anna Castillo, Moustapha Oumarou, Álvaro Cervantes, Miquel Fernández
- Productora: Ikiru Films / La Terraza Films / Telecinco Cinema / ICAA / Mediaset España / Mogambo / Netflix
- Música: Roque Baños
- Fotografía: Sergi Vilanova
- Estreno en España: 31 de enero 2020
Conmovedora película protagonizada por uno de mis actores favoritos (Luis Tosar). Un ejemplo de que en España estamos a un nivel que no envidia a Usa. Esa es mi opinión viendo este tipo de películas. En todo momento te quedas pegado a la pantalla y sus casi dos horas de duración se quedan cortas.