Sinopsis
Durante los últimos estertores del siglo XIX, Filipinas era la última colonia que le quedaba al ajado imperio español. Un archipiélago perdido en el Pacífico en el que los occidentales luchaban sus últimas batallas, como la que encaró el destacamento del ejército enviado al pueblo de Baler. El problema es que la guerra terminó y ellos no se enteraron, soportando durante 337 días un asedio atrincherados en la iglesia del pueblo. El mundo giraba, y las guerras ya eran otras, pero los soldados españoles de Baler siguieron enrocados en su posición, defendiendo una tierra ya perdida.
Crítica
Maldita la gloria
“Desde siempre, ser lúcido y español aparejó gran amargura y poca esperanza”. Lo dice el siempre cansado Arturo Pérez Reverte en la segunda entrega de sus novelas sobre el capitán Alatriste, y bien podría aplicarse a la película que nos ocupa. 1898. Los últimos de Filipinas es una película anti-épica. Un film bélico que retrata desde el barro el horror de la guerra. El corazón de las tinieblas.
Disfrazada de película histórica sobre la absurda gesta de los últimos soldados españoles que lucharon en Filipinas, la película funciona estupendamente como comentario sobre las reacciones a la barbarie. Cuando suenan los arcabuces y vuelan las balas, los hombres –viene a decir la cinta- se refugian, sea en la bandera, en la fe o en la droga.
Desde el sargento sádico que ve en la guerra su ecosistema natural al coronel ciego –pues no hay más ciego que quien no quiere ver- cuya tozudez llega a provocar incluso la muerte a sus hombres. Desde el supersticioso al que desvanece sus penas en opio. Y, entre todas estas respuestas a la guerra, aparece la que se revela como más humana: la de los filipinos. El perdón, el bajar las armas y la ausencia de represalias para con los vencidos.
Frente a la humana dignidad de los nativos de la isla, la decrepitud del imperio español. 1898. Los últimos de Filipinas es crepuscular, oda a una guerra absurda y vacía. Una batalla en la que los hombres luchan por su España a pesar de esa misma España, que los vende por unas monedas. Resuena en el ciudadano de hoy lo que uno de los protagonistas dice en un momento dado: “no estamos gobernados por traidores, sino por incompetentes”. Amén.
No obstante, la cinta no solo merece flores. Si bien abre el campo a la reflexión sobre el absurdo de la guerra, 1898… cojea en dos puntos. En primer lugar, en su trato anticlerical hacia los religiosos, encarnados en la figura del sacerdote interpretado por Karra Elejalde. Es un cura descreído, adicto al opio y que se ríe del Cielo -durante un colocón, señala la suerte de los musulmanes con su paraíso lleno de huríes-. Una visión distorsionada de lo que ocurrió en realidad, como bien señala Carmelo López Arias en este artículo:
«En cuanto a los padres López Guillén y Minaya [dos franciscanos que estuvieron en Baler], la nueva película 1898: Los últimos de Filipinas, de Salvador Calvo los sintetiza en la figura de un fraile amigo del opio y del vino. Nada que ver con la realidad.
Intepreta al religioso Karra Elejalde, un actor sexagenario, cuando los franciscanos tenían, respectivamente, 27 y 26 años en la época del asedio. Fueron misioneros vocacionales que continuaron allí, hasta su muerte en el caso de Minaya y hasta que volvió a España por razones de salud en el caso de López. Continuaron en distintos momentos en Baler, y luego desempeñaron cargos de responsabilidad -Minaya fue nombrado en 1926 consiliario provincial de Filipinas-.
Eran muy queridos y respetados por las gentes del Baler. Finalizado el sitio, y a diferencia de los soldados, que fueron repatriados, quedaron como prisioneros, dado que lo eran antes del asedio. Y su influencia sobre la gente era tan grande, que el líder rebelde Teodorico Novicio les prohibió ejercer su ministerio sacerdotal, de modo que en los meses posteriores a su liberación lo hicieron en la clandestinidad. Al cabo de un tiempo, Novicio comprobó que dificultar la labor de los religiosos le granjeaba problemas con los balereños, así que levantó la prohibición y él mismo contrajo matrimonio eclesiástico»
El segundo «pero» que cabe achacarle a la película es cierta incoherencia tonal a ratos: si bien la mayor parte de la película mantiene el tono sombrío e invita a la reflexión antibelicista, a ratos la épica se apodera de la pantalla. Escenas de acometida, de cargas a cámara lenta demasiado hollywoodienses que no terminan de casar con el resto del conjunto.
Dirigida con pulso firme por Salvador Calvo, la cinta goza de unas interpretaciones que oscilan entre lo visceral de Luis Tosar o Antonio Gutiérrez y lo inocente de los jóvenes reclutas, encabezados por un solvente Álvaro Cervantes. En el plano formal, cabe destacar la exuberancia de la Filipinas imaginada –el rodaje se llevó a cabo a caballo entre Guinea y las Canarias-, exótico marco para una historia que resuena demasiado familiar.
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Ficha técnica

- Título Original: 1898. Los últimos de Filipinas
- Dirección: Salvador Calvo
- Guión: Alejandro Hernández
- País: España
- Año: 2016
- Duración: 105 min. min.
- Género: Drama bélico
- Interpretación: Luis Tosar, Emilio Palacios, Álvaro Cervantes, Javier Gutiérrez, Karra Elejalde, Carlos Hipólito, Eduard Fernández, Ciro Miró, Patrick Criado, Miguel Herrán, Ricardo Gómez, Alexandra Masangkay, Maykol Hernandez
- Productora: Enrique Cerezo PC / 13 TV / CIPI Cinematografica S.A. / ICAA
- Música: --
- Fotografía: Álex Catalán
- Estreno en España: 2 de diciembre de 2016