Sinopsis
Mei Lee es una niña de 13 años. Adolescente hija única, vive superprotegida por sus padres ‒especialmente por su madre Ming‒ en la ciudad de Toronto, donde la familia emigró en algún momento de su historia, desde su China natal. Mei es una chica muy buena, siempre dispuesta a contentar a su madre, pero algo empieza a cambiar en ella, cuando, con sus mejores amigas del instituto ‒Miriam, Priya y Abby‒ quiere salirse un poco del esquema habitual.
Es lo lógico a esa edad, cuando por sus venas fluye una energía que le lleva a descubrir nuevas experiencias y a querer ser mayor. Como a sus amigas. El problema es que a ella la adolescencia se le presenta de un modo totalmente distinto: cuando se le muestran las pasiones a flor de piel, se convierte en un inmenso panda rojo.
Crítica
Historia de la adolescencia
Debo reconocer que, después de ver la película, me sorprendió leer la crítica tan positiva que tenía; entre otras cosas porque yo me había quedado totalmente indiferente y pensando que, con razón, Disney la había querido estrenar directamente a su plataforma. Digo “con razón” porque me parecía ‒y me lo sigue pareciendo‒ una de las películas menos logradas de Pixar. Así pensaba después del pase previo.
Ahora bien, está claro que, cuando la crítica sigue dejándola tan bien (aunque, todo sea dicho de paso, la puntuación de la audiencia ha bajado), uno no puede ir a contracorriente, sin más ni más, sino que tiene que justificarse. Vista, entonces, una segunda vez, intentaré explicar esos “pero” a que me refería en el tuit.
Red no es una historia sobre la regla en una adolescente, como más de uno ha querido explicar. Es una profundización de lo que ya contó Domee Shi ‒directora y coguionista de la película‒, en su oscarizado cortometraje Bao, también, en cierto modo, autobiográfico: la integración de una familia oriental, en un mundo occidental, y la complicada relación intergeneracional en este sentido. Con la particularidad de que esta “profundización” se hace en un momento muy determinado de la vida de la protagonista: el del paso de la niñez a la madurez.
La temida adolescencia: cuando ponemos en jaque todo aquello que nos ha movido hasta entonces y nos planteamos los porqués.
En este sentido, pienso que es muy buena la triple metáfora con la que juega la historia y el título de la película, especialmente en inglés: “Turning Red”, “volviéndose rojo”. Sonrojándose, en definitiva: la vergüenza de Mei al verse tan descolocada emocionalmente, el sonrojo o el cabreo al que le hacen pasar, a veces, su madre o compañeros, y el color intenso al que a menudo va asociado la atracción sexual.
He aquí uno de los “pero” de Red: no en la metáfora, que me parece muy buena, sino en el reducir la adolescencia a una etapa de simple atracción del sexo contrario. Está claro que en esa edad se despierta este interés: es lo normal. Y está claro, también, que en una hora y media de película no se puede abarcar toda la variedad temática que ofrece un adolescente. Pero, comparándola con otra película muy grande de la compañía del flexo, era mucho mejor Del Revés que, con menos, contaba mucho más y era mucho más profunda.
Es ahí donde la cuestión de la menstruación, a mi parecer, está metida como en calzador y de un modo que roza lo ridículo, presentando al personaje de la madre muy idiotizado e histriónico. Es difícil ‒por no decir imposible‒ empatizar con ella: no es que sea sobreprotectora, sino que su comportamiento, al igual que el de la hija, es totalmente emocional, además de muy exagerado. El de Mei, por lo menos, se comprende, porque, al fin y al cabo, no deja de ser una niña; pero el de la madre, no…
A todo esto, lo curioso es que, en una película donde se habla mucho de la mujer, éstas salen escaldadas por todos lados ‒el grado de tontez suya, a veces, es supina, como el de las insoportables hermanas‒ y el único que pone un poco de cabeza, la razón, es el padre.
Es verdad que lo del histrionismo y la exageración es muy típico del estilo anime / manga. Ahí están grandes películas como La princesa Mononoke o El Viaje de Chihiro; o series como Pokémon (también película), Oliver y Benji o Shin-Chan…, por decir dos extremos: respuestas y reacciones exageradas, lágrimas como canicas, ojos vidriosos… Y, claro, no siempre es fácil entrar en este mundo.
El problema es que, a mi parecer, Turning Red juega un poco a dos bandas, y no se sabe del todo a qué público va dirigido. Aún insistiendo en que está muy bien conseguido cómo se pinta la adolescencia: la tontería de la edad, el fenómeno fan-cursi hacia grupos musicales que les encantan, el enorme sentimiento de “amigas para siempre”, los constantes altibajos emocionales, la relación de amor-odio hacia la familia y concretamente hacia la madre…
Por supuesto, en el apartado técnico, Pixar sigue jugando en otra liga y, como era de esperar, se maneja muy bien, tanto en el realismo de Soul, como en la plasticidad de Luca o Red, que es el caso. Pocos (o nadie) como ellos saben dar tanta vida emocional ‒todos los registros faciales‒ a un animal como un oso panda.
En definitiva: ¿qué cabe esperar de esta nueva historia? A mi entender, no tantas risas como dicen algunos, pero sí un rato agradable en el que el espectador puede verse reflejado. Y especialmente el público femenino. No la pondría en mi “top 10” de las mejores películas de la compañía, pero sí es verdad que se mete por unos vericuetos por los que prácticamente solo Pixar se atreve.
Y ya solo eso, también tiene mucho mérito.
Ficha técnica
- Título Original: Turning Red
- Dirección: Domee Shi
- Guión: Domee Shi, Julia Cho
- País: Estados Unidos
- Año: 2022
- Duración: 1h 38' min.
- Género: Aventuras. Animación
- Productora: Pixar
- Música: Ludwig Göransson
- Estreno en España: 11-03-2022 (Disney+)