SINOPSIS
El Bola es un chaval de 12 años que vive una atmósfera violenta y sórdida. Su situación familiar, que oculta avergonzado, le incapacita para relacionarse y comunicarse con otros chicos. La llegada de un nuevo compañero al colegio, con quien descubre la amistad, y la posibilidad que ello le brinda de conocer una realidad familiar distinta por completo, le darán fuerzas para aceptar y finalmente ser capaz de enfrentarse a la suya.
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CRÍTICAS
Solo ante el peligro
Ya podemos disfrutar de la película que ha acaparado este año los más importantes premios en España, nada menos que cuatro Goyas, entre ellos Mejor Película. Sin duda, en su primer largo como director, Achero Mañas se ha convertido en uno de los creadores españoles con mayor proyección. El Bola sigue en cierto modo la de Benito Zambrano con Solas: temática social, puesta en escena realista, actores desconocidos, y… esperanza, mucha esperanza. En este caso, Achero ha tocado uno de los temas más candentes y preocupantes de la sociedad: los malos tratos.
Pablo es un chaval de doce años al que todos llaman “El bola”. Es despierto e inteligente, pero tiene problemas en su casa y eso le hace sentirse desplazado en su relación con los chicos de su edad. Hasta que un día conoce a Alfredo, un nuevo chaval de clase, y entabla con él una amistad profunda que le hará conocer otras realidades familiares. Ello le dará fuerza para afrontar su propia situación.
La película aborda con contenida crudeza el mundo de la soledad infantil. El espectador presencia atónito a los estragos que produce un padre violento en el equilibrio emocional y personal de un niño. Juan José Ballesta, que da vida al protagonista, sorprende con una variedad de registros insólita para un chaval de su edad; su premio de la Academia española como Mejor Actor revelación está más que justificado. Un guión preciso y un reparto magníficamente dirigido completan una película sincera y atrevida que supone un golpe moral a la conciencia y sensibilidad de las personas.
[Jesús Martínez– Colaborador de CinemaNet]
La producción de Achero Mañas El Bola hace justicia a los cuatro Premios Goya que recibió en la decimoquinta ceremonia de este galardón, el 3 de febrero del 2001, que otorga la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. El actor Imanol Arias, que aún no se había estrenado como padre de familia en Cuéntame cómo pasó (TVE), presentó la gala.
Goya al mejor guión original: Achero Mañas se llevó a casa El Cabezón (la estatuilla del Goya) al superar a Álex de la Iglesia y Jorge Guerricaechevarría (¡buf, menudo apellido!; Celda 211, de Daniel Monzón, le debe mucho) por La Comunidad (Álex de la Iglesia); a José Luis Borau, por Leo (sí, guión del propio director, para Joseph Fiennes), y a José Luis Garci y Horacio Valcárcel por You’re the one (qué monada, qué estilazo el de Lydia Bosch). Achero Mañas dejó las tablas por la escritura aunque tenía mimbres suficientes para recitar Ricardo II, Enrique IV y Enrique V, de William Shakespeare, y sin traspapelar los diálogos. El motivo: tuvo a Laura, su hija. Entonces, se centró en El Bola, historia de maltratos a menores en un barrio de Madrid (no tuvo que echar mano de los conocimientos aprendidos, sobre encuadre y empatía, en la Escuela Real Stage, de Nueva York; Achero Mañas se crió en Carabanchel, y eso ya es un MBA en dirección y gestión de vidas sueltas).
Goya al mejor actor novel: Juan José Ballesta venció a Javier Batanero (Leo), a Pablo Carbonell (Obra maestra, de David Trueba; jamás le perdonaremos a Pablo que liquidara Los toreros muertos; Mi agüita amarilla no tiene nada que envidiar a California Gurls, de Katy Perry, aunque entre Pablo y Katy, Katy), y venció a Jordi Vilches (Krámpack; ¿quién se acuerda de esta paja mental sobre la homosexualidad, con muy buenas intenciones pero con demasiadas líneas de fuga?). Reabrimos nuevamente el caso Ballesta. En anteriores ocasiones dijimos de él que le había sucedido lo que a Jorge Sanz, que creció y perdió la virginidad, y de malo pasó a bueno. Borda los papeles de chico duro, ojeroso, deprimido, rabioso, insolente y crispado, una rata de cloaca en las “hediondas letrinas”, como le espeta a Próximo (Oliver Reed, en Gladiator, de Ridley Scott), venido de la Mauritania romana, un lameculos del emperador Cómodo. Los malos malos no se pueden regenerar. El actor Charles Dierkop (Floyd en El golpe, de George Roy Hill), con su nariz chata y torcida, se diría que se crió en la banda de Doyle Lonnegan. Pinta de mafioso, trazas de mafioso, traje rayado de mafioso, de la talla 54, y zapatos de charol; como un mafioso viste y calza. En su día, Ballesta se igualó con Dierkop, pero los años le han arrebatado la fiereza. En la serie Hispania. La leyenda (Antena 3 Televisión), hace el papel de Paulo, rebelde a las órdenes de Viriato y liado con la cubana Ana de Armas (Nerea). No pega ni con cola. Según Camus, para ser rebelde se ha de decir que no: “Grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y necesito, al menos, creer en mi protesta”.
Goya a la mejor dirección novel: Achero Mañas logró la estatuilla desbancando a estos candidatos: Patricia Ferreira, por Sé quién eres; Cesc Gay, por Krámpack y Daniel Monzón, por El corazón del guerrero (compren la novela El peor de los guerreros, de Rodrigo Díaz, y entenderán la película, aunque sus caminos se bifurcan). Si en El Bola, Achero se fija en los planos medios y politiza los diálogos (en el sentido de darles categoría moral, entendiendo política como interés social, aunque sean muchas las peras que se le piden a este viejo olmo), en Noviembre, su siguiente largometraje (2002), recorta los diálogos y se solaza en las acrobacias de la cámara, que balancea como los paquidermos en la tela de araña de la canción infantil. Su primera documental (luego le pillaría el gusto a este género y mostraría el conflicto de Irlanda del Norte como Jaime Camino recuperó La vieja memoria, en 1979). Entre El Bola y Noviembre, Noviembre.
Goya a la mejor película: por delante de La Comunidad, Leo y You’re the one. Achero Mañas apuesta por las historias arriesgadas, le toma el pulso a la sociedad. Los descalabros, los batacazos, las indecisiones y los quebraderos de cabeza. El Bola dispara a la diana del maltrato infantil, como lo podía haber hecho contra los desahucios y El Valle de los Caídos, y da la vuelta al mundo con banderas flameantes, igual que da la vuelta al mundo la nube de cenizas producida por la erupción del volcán Puyehue. Achero Mañas, que ha rodado con Carlos Saura (El amor brujo, 1986) y José Luis Cuerda (La educación de las hadas, 2006), se mete sin miedo en cualquier fregao. Su última película se titula Todo lo que tú quieras (2010), sobre el dolor de la pérdida y el amor filial. Si paseara por el barrio de la Bordeta, en Barcelona, habría tomado nota de este cartel-anuncio, y habría empezado a reclutar a guionistas y productores: “Señor de 60 años, jubilado, desearía conocer a señora jubilada de su misma edad, y que tenga su pensión, con la finalidad de aprovechar los 10 o 15 años restantes para salir y viajar. Seriedad y honistidad [sic]. Rafael. Tel.: 636…”.
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