La última entrega del Capitán América bien podría ser «Los Vengadores 2.5» por la cantidad de invitados que trae, con una historia que plantea el debate entre libertad y seguridad como excusa para los mamporros y la acción despreocupada: un ejercicio de entretenimiento que pone las relaciones interpersonales en primer plano sin descuidar el espectáculo.
Título Original: Captain America: Civil War |
SINOPSIS
Los destrozos causados en el mundo como efectos colaterales de las luchas de los Vengadores llevan a la ONU a pactar un acta por la cual los superhéroes pasarán a estar supervisados por un comité internacional. La iniciativa enfrentará a partidarios de la libertad como el Capitán América, el Soldado de Invierno, el Halcón, la Bruja Escarlata o Ant-Man contra los defensores de la seguridad: Iron-Man, la Viuda Negra, Máquina de Guerra, Black Panther, la Visión y un arácnido invitado estrella. Mientras los superhéroes se enfrentan entre sí, una conspiración se entreteje bajo la superficie.
¡Debate esta película en nuestros foros!
CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
No por evidente es menos cierto: las fantasías y mitos de una civilización diseccionan al emisor. En este momento de auge del género superheroico –aunque seguramente sea más por el empeño de las productoras que por el interés real de unos espectadores ya saturados de tipos con mallas-, las criaturas de Marvel y DC ejercen de arquetipo o lienzo en los que proyectar lo que como sociedad llevamos dentro.
El uso de la ficción como vía de escape para las fobias y neuras latentes en el seno de un grupo humano no es nuevo: la moda zombie se ha identificado con la posmodernidad y el miedo a la alienación cotidiana, y los Terminators, replicantes y demás androides de la ciencia ficción canónica hablan más de nuestras angustias que muchos dramas románticos considerados realistas. Volviendo al terreno de las capas y los calzoncillos por fuera del pantalón, Christopher Nolan ya utilizó en su célebre trilogía al caballero oscuro por excelencia para reflejar las alcantarillas del capitalismo y el estado de corrupción que putrefacta nuestro sistema.
Desde esta óptica, no deja de resultar curioso que los dos grandes blockbusters del género esperados este año –estrenados con apenas unas semanas de diferencia- traten un mismo tema de forma más o menos explícita: la desconfianza hacia el poderoso. Tanto “Batman v Superman” como el estreno que nos ocupa, “Capitán América: Civil War”, apuntan a este conflicto, aunque esta segunda sea, a pesar de -o debido a- su ligereza, la mejor de las dos.
La última entrega del Universo Cinematográfico Marvel o UCM nace evidentemente a partir de uno de los crossovers más célebres de la historia de los cómics de la Casa de las Ideas: el macroevento “Civil War”, en el que todos los superhéroes de la compañía se dividían en dos bandos para arrearse de lo lindo con la excusa del Acta de Registro de Superhumanos. La película solo conserva de la obra original su premisa –cambiando este tratado por los Papeles de Sokovia, un acuerdo fruto de la destrucción de este país europeo en la segunda entrega de “Los Vengadores”– y su fondo: el dilema moral que plantea se mantiene casi intacto.
Desnudando “Civil War” –la película- hasta dejarla en un esquema, la cinta plantea el clásico debate entre libertad y seguridad: ¿cuánta libertad estamos dispuestos a ceder como ciudadanos en virtud del control? ¿la seguridad justifica que estemos vigilados a cada momento? El Capitán América y Iron-Man se convierten así en adversarios ideológicos y en los líderes arquetípicos de estas dos posturas: Steve Rogers será el paladín de la libertad, aunque conlleve la clandestinidad y el enfrentamiento con el gobierno, mientras que Tony Stark se alinea con el bando gubernamental.
Los hermanos Russo son conscientes de que este es el núcleo de la historia que están narrando, y por ello construyen la tensión lentamente –para los estándares de una película de acción, claro- en los primeros compases de la película: ambas posturas aparecen como coherentes y se evita la categorización entre “buenos” y “malos”. Los directores han hecho un esfuerzo en justificar ante la audiencia a todos los miembros de los dos lados del conflicto –división conocida ya desde la campaña promocional: el Capitán América, el Soldado de Invierno, el Halcón, la Bruja Escarlata y Ant-Man contra Iron-Man, la Viuda Negra, Máquina de Guerra, Black Panther, la Visión y Spiderman-.
La brecha entre libertad –o privacidad- y seguridad –o control- es el principal tema de “Civil War” y a la vez una preocupación constante en el género: desde el sónar al final de “Dark Knight” hasta la prohibición de las identidades secretas en “Los Increíbles”, pasando por el Hombre de Acero visto como una amenaza en “Batman v Superman” o la crítica al fascismo inherente en los vigilantes presente en “Watchmen”. Es, además –como demuestran las filtraciones de Edward Snowden-, una polémica muy actual en un Occidente atemorizado por el terrorismo y los ataques suicidas, en una tradición que va desde el 11-S a los recientes ataques en París o Bruselas. De nuevo, la ficción –superheroica en este caso- actúa como espejo deformante de lo que preocupa a una sociedad.
De todos modos, no hemos de olvidar que al fin y al cabo “Civil War” es una película de Marvel y que tampoco es cuestión de pedir peras al olmo: el choque ideológico ejerce de telón de fondo para un festival de acción coreografiada al milímetro. Como haría cualquier niño sentado ante sus muñecos desparramados por el suelo, los Russo cogen al plantel de protagonistas del UCM y los golpean despreocupadamente unos contra otros. Y afortunadamente, al contrario de lo que ocurría en “Batman v Superman” –el apresurado intento de DC por responder a lo que Marvel lleva haciendo años ya-, aquí el conflicto se dilata en generosos minutos de metraje.
Digo “afortunadamente” porque cada choque en “Civil War” es una delicia para la vista: el departamento de efectos visuales se ha vuelto a ganar el sueldo con unas peleas que resultan a la vez vistosas y claras, sin que los movimientos bruscos de cámara empañen la experiencia de seguir una danza de golpes y contragolpes en continua búsqueda del “más difícil todavía”. ¿Ant-Man miniaturizado entrando en el traje de Iron-Man? Hecho. ¿Black Panther persiguiendo al Soldado de Invierno por un túnel lleno de tráfico? Hecho. ¿Spiderman balanceándose y soltando bravuconadas por un aeropuerto? Hecho, y sobresaliente.
El álter ego de Peter Parker aparece aquí como el gran robaescenas de la cinta –no es para menos dado el lío de derechos y la batalla legal entre Marvel y Sony que precedió a la película-, como un Spiderman adolescente, carismático y deslenguado, alejado de las pretensiones de seriedad que caracterizaron la trilogía de Sam Raimi. El Hombre Araña de Tom Holland cumple con el hype generado por el marketing y el murmullo de los fans e incluso lo supera, protagonizando algunos de los momentos más divertidos de esta guerra civil.
Este carisma se hace extensible a todos los protagonistas: la sensación al ver “Civil War” es pareja a la de una nueva temporada de una buena serie televisiva: un agradable reencuentro con un grupo de personajes a los que uno tiene cariño. Todos ellos con personalidades muy marcadas, interpretados con solvencia –Robert Downey Jr. ya es Iron-Man y lo mismo más o menos puede decirse del resto del elenco- y que logran generar ese algo tan difícil de lograr como es la empatía con el espectador. A poco que uno tenga un mínimo interés en esta saga, reconforta ver como los Russo siguen el camino marcado por Joss Whedon en “Los Vengadores” y ponen en primer plano las relaciones inter-personales.
Por otro lado –no todo iba a ser bueno en esta película-, los enemigos de “Civil War” vuelven a adolecer del mismo déficit que sufrían sus predecesores en otras cintas del UCM: el que podríamos llamar “síndrome de Malekith”. O, dicho de otro modo, todo el carisma que derrochan los protagonistas les falta a sus antagonistas. Ni Crossbones ni el Helmut Zemo de un esforzado Daniel Brühl logran trascender la categoría de cliché con patas. Del mismo modo, el guion comienza a flojear cuando deja de centrarse en el conflicto entre el capitán y el hombre de hierro –con toda la carga simbólica ya comentada- y pasa a los terrenos más transitados –y por ello aburridos- de la venganza personal y el melodrama familiar previsible.
Son, no obstante, pequeños palos en unas ruedas muy sólidas y engrasadas: fallos que enturbian un poco una maquinaria por otro lado sólida como una roca, con un ritmo de montaña rusa que enlaza set-piece tras set-piece sin que decaiga el interés hasta niveles preocupantes en ningún momento. “Capitán América: Civil War” es una digna sucesora de otras cintas Marvel excelentes en su campo, un ejercicio de entretenimiento impecable y que, como guinda, plantea algunos temas interesantes y de actualidad. No está mal para tipos enmascarados repartiéndose estopa, no.
¡Debate esta película en nuestros foros!
Me gusta más verlo como contraposición sobre el fundamento último de mi acción, ley o conciencia, como hace Draszz en los foros.
https://www.cinemanet.info/foros/viewtopic.php?f=7&t=2067&p=6971