Interesante disección en clave tragicómica de las dramáticas consecuencias de la hipersexualización en las sociedades occidentales. Una banalización del sexo que provoca adicciones y patologías tremendamente destructivas. Este peliagudo fenómeno es retratado con honestidad y cierta hondura, sin desdramatizar, elogiando las ayudas. Una estimable película para adultos, narrada con agilidad y muy bien interpretada, optimista, entretenida, a veces divertida, siempre entrañable y eficaz en su afán de provocar la reflexión en el espectador.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Thanks for sharing. |
SINOPSIS
Adam, Mike y Neil están inscritos en una novedosa terapia que promete curarles de su adicción al sexo en tan solo 12 pasos. Superando una a una las pruebas a las que son sometidos, su único apoyo serán los otros miembros del programa, que se convertirán en amigos fieles para salir todos juntos del bache y recuperar sus vidas.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Aunque son muy distintos entre sí, Adam (Mark Ruffalo), Mike (Tim Robbins) y Neil (Josh Gad) participan a diario en una novedosa terapia en 12 pasos contra la adicción al sexo, que incluye puestas en común, asesoramiento personal, continencia, prudencia en el uso de la televisión e Internet… y oraciones a Dios. En ese arduo proceso, Mike es el mentor de Adam, y éste el de Neil. Sus esfuerzos son puestos a prueba cuando Adam se enamora de verdad de la bella Phoebe (Gwyneth Paltrow) —y ella, de él—, al mismo tiempo que el descarriado hijo de Mike, Danny (Patrick Fugit), regresa al hogar, y el cutre Neil inicia una singular amistad con la promiscua Dede (Pink), la única chica que asiste a las terapias de grupo.
Después de escribir los guiones de comedias como “Más que amigos”, “La vecina de al lado” o “Los chicos están bien”, el estadounidense Stuart Blumberg debuta como director con esta interesante disección en clave tragicómica de las dramáticas consecuencias de la hipersexualización en las sociedades occidentales. Una banalización del sexo en los medios de comunicación, el cine, la moda, la publicidad, Internet… que provoca adicciones y patologías tremendamente destructivas y autodestructivas, especialmente en cuanto a la afectividad y a la capacidad de amar de las personas, con los consiguientes daños psicológicos, familiares y sociales. En este sentido, “Amor sin control” es como el envés liviano de la durísima “Shame” (2011), de Steve McQueen.
Ese peliagudo fenómeno lo retrata el guión de Stuart Blumberg y Matt Winston con honestidad y cierta hondura, llamando a las cosas por su nombre, sin desdramatizar las tragedias que muestra y elogiando la ayuda mutua, el autodominio, el ejercicio de las virtudes básicas y el apoyo de la religión. Sólo cabe reprochar a Blumberg la excesiva explicitud verbal y visual de algunas escenas sexuales, que acaban cayendo en la misma grosera morbosidad que la película parece denunciar en otros momentos. También acaban cansando algunos gruesos golpes de humor protagonizados por Josh Gad. En cualquier caso, queda una estimable película para adultos, narrada con agilidad y muy bien interpretada por su espléndido reparto, optimista, entretenida, a veces divertida, siempre entrañable y eficaz en su afán de provocar la reflexión en el espectador.
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